La divulgación de los audios de una conversación privada entre el exsecretari d'Hisenda y actual diputado de Esquerra Republicana, Lluís Salvadó, y el alcalde de Sant Carles de la Ràpita, Josep Caparrós, del todo inaceptables por su contenido machista y xenófobo ha provocado una tormenta que se proyecta mucho más allá de la vida política. Entra de lleno en el ámbito del lenguaje a extirpar en todos los ámbitos de la sociedad empezando por nuestros representantes, que lo son todos y cada uno de los electos, vote cada uno lo que vote. Y el debate afecta, guste o no, a la defensa de unos valores que en este caso, por su militancia política, desborda ampliamente lo que es la respuesta individual.

Salvadó se ha disculpado y ha considerado la conversación en absoluto apropiada. Algo, por otra parte obvio, ya que los comentarios y las risas sobre las rumanas, las brasileñas, las tetas grandes o el origen inmigrante de la esposa del president Puigdemont son terroríficos. Esa ha sido su respuesta y puede ser o no criticable pero es tan solo el perímetro en que el alto cargo de Esquerra ha querido situar su réplica a nivel individual. La verdadera cuestión es que aquí no acaba ni de mucho el problema y la pelota se encuentra en el tejado de su partido, ERC, que lleva ya muchas horas sin ofrecer una respuesta política adecuada a la gravedad de lo dicho. La importancia política de Salvadó no es eximente de una inaplazable dimisión bien sea por iniciativa propia o por exigencia de los máximos responsables del partido. En una situación idéntica se encuentra el alcalde de Sant Carles de la Ràpita.

Y eso es así no solo porque no se puede estar predicando una cosa y haciendo la contraria sino porque el electorado de Esquerra también se siente avergonzado de que el nombre del partido aparezca en el fango del machismo y del desprecio más rancio a las mujeres. La excusa del ventilador de los servicios del Estado, dando luz a una cinta vieja en el momento preciso sirve, en todo caso, para dejar claro cómo se produce todo y cómo se obtienen algunas informaciones pero ni puede tapar las declaraciones ni aminorar el enorme daño con sus palabras Salvadó ha infligido a su partido. Cortar la hemorragia no solo es un deber moral y ético de los responsables de Esquerra sino que, en ausencia de Oriol Junqueras, en la cárcel de Estremera en una injusta prisión provisional desde el pasado 2 de noviembre, es velar por su legado. Aunque en este caso afecte a su ex número dos en el departamento de Economia de la Generalitat.