El diario británico The Telegraph, uno de los de más difusión del continente, ha publicado este domingo una jugosa entrevista con Corinna Larsen, conocida como la princesa Corinna, y famosa durante años en España por sus relaciones sentimentales con Juan Carlos I y, más recientemente, por poner el foco en la corrupción del rey emérito inicialmente y después en el conjunto de la familia real española.

Corinna tira de la manta, como popularmente se dice, y pone al descubierto el modus operandi de la monarquía española: cuando alguno de sus miembros necesitaba dinero, explica, lo cogía. Se siente amenazada de muerte, una vez ha empezado a explicar como se utilizaba el dinero obtenido en comisiones millonarias de operaciones en las que Juan Carlos I habría participado y retrata sin rubor alguno que en alguna de sus visitas a la Zarzuela y siendo amante del emérito realizó un tour por el palacio que acabó en "la habitación del dinero", donde había grandes sumas de billetes.

Corinna sigue dando que hablar en el extranjero y con ella la imagen de España. Una circunstancia curiosa ya que el impacto de sus palabras difícilmente traspasa los Pirineos y llega a Madrid con la fuerza y la contundencia de la denuncia. Hacen oídos sordos los grandes medios de comunicación españoles, los principales partidos políticos, las Cortes, la siempre atenta fiscalía y la alta judicatura. No hay tema más allá de las cuitas judiciales que afectan al independentismo y más recientemente el perseguido ha pasado a ser Pablo Iglesias.

En el caso de que sea cierto lo declarado por Corinna, difícilmente podremos saber alguna cosa más con tantos estamentos puestos de perfil en España a menos que no avance la justicia suiza. La inmunidad de Juan Carlos I cuando era rey no afecta a Felipe VI cuando era príncipe y menos a sus hermanas Elena y Cristina. Como tampoco afectaría la del actual monarca a su padre cuando dejó la jefatura del Estado. Hay lagunas suficientes a partir de la explicación de Corinna Larsen para afirmar que la ley no protege a ambos por igual ante una práctica que ha durado tanto tiempo.

Aunque servirá de bastante poco, los partidos independentistas y Podemos deberían volver a pedir una comisión de investigación parlamentaria. A veces, las derrotas son victorias cuando se señala a los protectores de una posible corrupción sistémica en la más alta de las instituciones del Estado y que, como única respuesta, encuentra la negativa a cualquier investigación.