El Consell de la República será una realidad el 30 de octubre y su presentación en sociedad tendrá lugar en el Saló Sant Jordi del Palau de la Generalitat, el espacio más noble y destinado a los actos importantes. Después de meses de negociación y de momentos de mucha tensión en que parecía que las discrepancias entre los dos socios del Govern iban a hacerlo descarrilar, el Consell de la República echa a andar con un acuerdo cerrado el mismo viernes y que permitió convocar para este mismo lunes a partidos —Junts per Catalunya, ERC, el PDeCAT y Demòcrates— y entidades —la ANC, Òmnium, la Assemblea de Municipis per la Independència y la Associació Catalana de Municipis— en Waterloo bajo la presidencia de Carles Puigdemont y con la asistencia de los consellers en el exilio residentes en Bélgica y también del president Quim Torra.

El Consell de la República es la piedra angular de la arquitectura política del independentismo pensada después de la disolución de las instituciones de autogobierno por el 155 y tras la victoria electoral independentista el pasado 21 de diciembre. Puigdemont lo presidirá y el conseller Toni Comín, que ha tenido un papel muy destacado y persistente hasta el agotamiento de algunos dirigentes de su propio partido, lo dirigirá. Queda así asegurada la cobertura partidista de Esquerra Republicana —la de JuntsxCat ya lo estaba— a un organismo que debe tener carácter colegiado y multipartidista. En esta primera fase lo conformarán los miembros del Govern en el exilio, pero muy rápidamente debería integrarse la secretaria general de Esquerra Republicana, Marta Rovira, exiliada en Bruselas. En un principio también se contaba para este núcleo fundador con la exdiputada de la CUP Anna Gabriel, pero la distancia que ha tomado la izquierda alternativa introduce en estos momentos serios elementos de duda, pese a que una de sus organizaciones, Poble Lliure, ha dado la bienvenida al Consell y ha pedido estar atentos a lo que puede suponer para la construcción de la República Catalana.

Como todos los organismos de nueva creación corre el riesgo de levantar muchas expectativas que después no se cumplan. Nace, no obstante, como un espacio de debate sin cortapisas y con capacidad para adoptar decisiones que son sin duda mucho más difíciles de realizar con un gobierno autonómico en muchos aspectos prácticamente intervenido y con un Parlament que se mueve con pies de plomo. Si se produce una buena sincronía, el Consell de la República puede ser desde un revulsivo hasta un catalizador de iniciativas políticas. Su éxito o su fracaso se medirá en función de la concordancia de objetivos.

También si el Govern en su conjunto, o sea los dos partidos, le permiten una carta de navegación que algunas veces interfiera con su actividad. En cualquier caso, la reunión de este lunes en Waterloo de tantos actores diferentes ha permitido poner de nuevo de relieve la necesidad de foros de debate amplios y transversales. Y constatar que a veces es más fácil acordar una estrategia compartida siendo muchos en el debate que solo unos pocos.