La última encuesta elaborada por el Centre d'Estudis d'Opinió (CEO), presentada este miércoles, ofrece una foto decepcionante de los principales dirigentes de los partidos catalanes. Ninguno de ellos aprueba, ninguno pasa el corte de los catalanes: todos se quedan en el suspenso. El hecho de que no sea la primera vez que sucede tampoco debería servir como explicación, sino al contrario: el suspenso, en cualquiera de las actividades de la vida y mucho más en la vida pública, demuestra desafección y enfado por la gestión que se realiza. Los suspensos colectivos de los dirigentes sobre los que se ha preguntado también reflejan el momento político actual y la ausencia de liderazgos claros en el país que puedan cubrir el vacío existente y recibir un reconocimiento transversal de los electores de las diferentes opciones políticas.

En parte, es el efecto resultante de la crispación existente y, en el campo independentista, de la ruptura entre Esquerra y Junts que ha ido acompañada de un gran estruendo y de graves acusaciones. Porque hay otro dato especialmente interesante: la pelea del independentismo consolida al primer secretario del PSC y jefe de la oposición, Salvador Illa, como ganador de unas elecciones catalanas si los comicios se celebraran ahora. Illa tiene cada vez más sólida la primera plaza y el independentismo podría no sumar para gobernar ni aunque quisiera. Ese dato, ya entrada la segunda parte de la legislatura, demuestra su torpeza política y la incapacidad para hacer reversibles los resultados de febrero de 2021 que ya consagraron al PSC en cabeza, Esquerra segunda y Junts tercera.

Esquerra no capitaliza la obra de gobierno ni tampoco consigue que el president Pere Aragonès alcance el aprobado, quedándose con una valoración de 4,5 y siendo suspendido por electores de todas las fuerzas políticas menos por los votantes de su partido, que le conceden un 6,2 pero un punto menos que a Oriol Junqueras, a quien premian con un 7,2. En el lado de Junts, el president Puigdemont se queda con un 4 y Laura Borràs con un 3,7 obteniendo una buena valoración entre los votantes de Junts de 8,4 y de 7. Su tercera posición, en unas hipotéticas catalanas y con unos resultados bastante peores que en 2021, debería preocuparles y preguntarse por qué Xavier Trias tiene opciones de conquistar la alcaldía de Barcelona y Junts no despunta cuando la encuesta es de Catalunya. Quizás está en acciones tan surrealistas e incomprensibles como pedir que Laura Borràs sea restituída en la presidencia del Parlament después de tener una sentencia de cuatro años de prisión y 13 de inhabilitación por parte del TSJC.

El espantajo de que Illa quedaría primero pero no podría gobernar va perdiendo fuerza encuesta tras encuesta. Primero, porque aunque la horquilla que da el sondeo del CEO, que trabaja con bandas muy amplias, es entre un mínimo de 59 y un máximo de 74, una media dejaría a las formaciones independentistas sobre los 66 parlamentarios, dos menos de la mayoría absoluta. En segundo lugar, está el hecho de que la ruptura política pero también emocional entre ERC y Junts les acerca más a ambos al PSC que a repetir una coalición independentista. Hoy todos lo niegan, pero es fácil auscultarlo en las dos formaciones cuando no tienen un micrófono delante que vaya a recoger declaraciones. Los socialistas, igual que entran en mayorías parlamentarias, entrarían en mayorías de gobierno.