Sorprende cada vez más el fariseísmo de determinada clase política convencida como está de que es fácil hacer comulgar a la opinión pública con ruedas de molinos. Lo estamos viendo a raíz de la irrupción de Vox en la vida política. Iban juntos a las manifestaciones unionistas en Barcelona, se sentían cómodos en SCC y aplaudían el 155, la supresión de las instituciones de autogobierno y el encarcelamiento del Govern y los dirigentes independentistas. Allí, en aquella España que volvía sin rubor a comportamientos más propios del franquismo y que sin rubor alguno cantaba el ‘A por ellos’ cuando se trataba de alentar a los que después practicarían una exagerada violencia contra la sociedad catalana, cuajó el fenómeno Vox.

Hoy todo es Vox. En las encuestas, en los debates, en los debates partidistas, en la configuración de gobiernos como en Andalucía. Y sus propuestas producen arcadas, claro. La última, se refiere a su negativa a apoyar un gobierno PP-Cs en Andalucía si no retiran su compromiso a implementar con dotación presupuestaria diferente todas las medidas incluidas en la ley de prevención y protección integral contra la violencia de género. Hay que estar en contra de esta barbaridad sin matices. Lo diré tantas veces como haga falta. Pero son PP y Cs quienes le están blanqueando sus políticas, son el PSOE y el PSC quienes no hacían ascos a Vox en las manifestaciones contra el independentismo catalán. Y ahora Vox actuará como acusación particular en el juicio del 1-O y su secretario general, Javier Ortega, que además es el letrado de la formación en el juicio, será muy probablemente el candidato a la alcaldía de Barcelona. Les robará buena parte del protagonismo mediático. Y Cs perdido con un Manuel Valls que sigue sin despegar y el PP con un candidato que parece un homenaje al frikismo.

Y en medio de todo ello, leo que Miquel Iceta pide evitar que la extrema derecha sea decisiva y tenga la llave de las instituciones. Han tenido que verse expulsados del gobierno andaluz para pedir ayuda y ver con espanto lo que había sucedido. O que salieran encuestas dando una mayoría en unas elecciones generales a PP, Cs y Vox. Hubo incluso quien pensó que un poco de franquismo no vendría mal y también quien sostuvo que había que desinfectar Catalunya. Y que no pasaba nada si se atacaba violentamente Catalunya Ràdio y si la extrema derecha tenía carta blanca en las calles de Catalunya, ya que ello asustaría a los independentistas. Y no tuvo en cuenta que hacer el caldo gordo a la extrema derecha tendría sus consecuencias. Y hoy se asustan. Cuando la bola se ha hecho demasiado grande.

¡Con lo fácil que era verlo cuando se inició la causa general del 1-O contra el independentismo y cuando se vulneraron derechos de todo tipo de sus líderes y gobernantes! Pero entonces, todo servía en aras a la unidad de España.