Explican las crónicas de los actos de celebración del 12 de Octubre en Madrid y de la parada militar que se celebró en el paseo de la Castellana que el sentimiento nacionalista español estuvo más presente que nunca y que existía una cierta sensación de alivio al haber detenido la declaración de independencia de Puigdemont y que "sus efectos" quedaran provisionalmente en suspenso, para dar paso a una negociación. La política tiene estas cosas, que cada uno las lee como quiere y, hasta la fecha, el Gobierno español solo ha hecho que equivocarse en todos los movimientos que ha tenido ante sí. Mucho me temo que interpretar el tiempo muerto en que nos encontramos como lo que pretende, una rendición política del independentismo en toda la regla, está lejos de ser el mensaje que recibirá el lunes, cuando el Govern concrete la respuesta al requerimiento que le ha efectuado Mariano Rajoy.

Valdría la pena que el Gobierno español dejara de lado la soberbia, explorara la negociación y aceptara una mediación internacional de las muchas que están encima de la mesa. Puigdemont y Junqueras han cogido aire, no han dado un paso atrás. Entre otras cosas, porque el referéndum del 1 de octubre, la participación y el resultado, van a marcar los pasos de la política catalana de los próximos días. El vicepresident ha sido lo suficientemente claro estas últimas jornadas, descartando elecciones en Catalunya en la situación actual, por entender que este no ha sido el mandato de los que secundaron el 1-O ni el compromiso con el que se obtuvo la victoria electoral en septiembre de 2015.

Es posible, también, que el Gobierno español haga una cara ante la opinión pública y por dentro piense otra cosa. De hecho, dos ministros tan relevantes como la titular de Defensa, María Dolores de Cospedal, y el titular de Exteriores, Alfonso Dastis, han mantenido alto el nivel de amenaza a los independentistas. La primera ha señalado que estaba "casi segura de que el Ejército no tendría que intervenir en Catalunya" y el segundo, que no descartaba la detención de Puigdemont. Ello, el mismo día en que Defensa filtraba cuidadosamente cuáles serían sus movimientos si el Gobierno español le encargaba dar apoyo en Catalunya a la Policía Nacional y a la Guardia Cvil.

El receso del partido no será eterno y el president Puigdemont, a las amenazas del 155 frente a la oferta de diálogo que había propuesto, ha contestado simplemente con "entendido". Que viene a querer decir algo así como "oportunidad perdida".