Mucho ha llovido desde el 25 de septiembre de 1980 en que el president de la Generalitat de la época comparecía en el Parlament de Catalunya para afrontar su primer debate de política general. Para Jordi Pujol, aquel debate fue el primero de los muchos que tuvo que celebrar en sus 23 años al frente del gobierno catalán. Para Salvador Illa, también ha sido su primer envite parlamentario de un cierto calibre, ya que, en ausencia de presupuestos, solo consta la sesión de investidura de agosto del año pasado. Por en medio, debates monográficos y algún que otro pleno de una cierta complicación, pero de mucha menos envergadura del que tendrá lugar estas 48 horas en el parque de la Ciutadella. Illa, normalmente conciso en sus intervenciones, empleó casi una hora y cuarenta y cinco minutos para desglosar una intervención extensa de la obra de gobierno y de sus proyectos para los próximos años. La oposición puso el acento en la complacencia del president, en su falta de ambición y de vivir en el país de las maravillas.
Unos y otros desempeñaron el guion a la perfección: el gobierno se puso medallas y la oposición se quejó de que lo hiciera. En este duelo, gana siempre el president, que puede proponer cosas concretas, un campo en el que la oposición solo puede prometer. La fórmula de una intervención río, tipo listín de teléfono, la inventó Jordi Pujol y la oposición socialista de la época le criticaba lo que hoy censuran a Illa desde Junts hasta el ERC y el PP. ¿Quiere decir eso que Illa pujolea? Que lo intenta es evidente, pero desde esa óptica su intervención siempre queda coja porque le falta un elemento recurrente en las intervenciones de Pujol: la crítica al gobierno español, auténtica palanca para aparecer ante la opinión pública catalana como el primer defensor de los derechos de los catalanes. Esa era una fórmula infalible. Pragmatismo en la gestión, luces largas en los proyectos a desarrollar, crítica más o menos ácida en función del momento a la Moncloa y no dejar ningún tema de los que interesan a la gente fuera del debate, ni que fuera enumerándolo.
Illa pujolea, pero le falta un elemento recurrente en las intervenciones de Pujol: la crítica al gobierno español
Repasando en los diferentes debates de antaño, este primer debate de política general de la decimoquinta legislatura encuentra muchas similitudes del pasado. En el archivo de TV3, en el que tuvo lugar en 2001, se lee el siguiente resumen de la intervención de Pujol: dos capítulos son los que más han destacado, la inmigración, que ha definido como un reto y un problema que necesitará el esfuerzo de todos, y la identidad nacional y el autogobierno, que se tienen que fortalecer en los próximos años. Familia, trabajo, educación y territorio han sido los otros referentes de futuro. Eso era el 2001, pero el índice de hoy no sería radicalmente diferente si añadimos el tema de la vivienda. Evidentemente, reprochaba al gobierno de Aznar que no abusara de la paciencia de Convergència i Unió, y este martes Esquerra le decía a Illa, comentando su intervención y la cuestión de financiación singular, que quien espera desespera. Misma música para situaciones no tan diferentes.
Este miércoles será el día de la oposición y de ver el comportamiento del partido que la lidera, Junts per Catalunya, y los dos socios preferentes de Illa, Esquerra Republicana y los Comunes. El partido de Puigdemont ha elevado sus expectativas en este debate sobre temas fiscales, dependencia de Pedro Sánchez, inmigración, nación y déficit fiscal. También sobre la traslación de los acuerdos de Bruselas al Parlament de Catalunya para tratar de encontrar fisuras entre lo acordado con el PSOE y la posición del PSC. Veremos si el debate da pautas de posibles acuerdos en temas estratégicos de país o, por el contrario, solo hay una oposición rígida e inflexible a cualquier iniciativa del Govern. Esquerra también tendrá la lupa encima, ya que las buenas palabras en privado de acuerdo en la financiación singular van a necesitar algo más de concreción en este debate, si los republicanos no se quieren ir de vacío en este pleno. Al final, esta es su carpeta y es normal que todas las miradas vayan en esta dirección.