La derrota de la dirección de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) a su propuesta de presentar una lista cívica en las elecciones al Parlament de Catalunya del próximo 12 de mayo supone un punto de inflexión en su línea política y una desautorización al gobierno de la entidad. Aunque se podrá argumentar por parte de los perdedores que la diferencia de votos no llega al centenar, lo más preocupante es que se ha puesto en riesgo la unidad de la entidad y se ha tratado de alterar las razones que dieron origen a su fundación, en su asamblea constituyente en marzo de 2010 en el Palau Sant Jordi de Barcelona. Una organización transversal que fuera incómoda para los partidos independentistas por su nivel de exigencia, pero que no jugara a sustituirlos, ni a ocupar su rol político.

Fruto de ello, por ejemplo, es que en las elecciones catalanas celebradas en septiembre de 2015, tanto la presidenta de la ANC, Carme Forcadell, como la de Òmnium, la fallecida Muriel Casals, se incorporaron a las listas de Junts pel Sí. Ha sido en la única ocasión que ha sucedido y en el marco de unas listas transversales del independentismo. Nunca para sustituir a los partidos, como se intentaba llevar a cabo en esta frustrada ocasión, aprovechando el desapego de una parte del independentismo con los partidos, como se visualizó, por ejemplo, en las últimas elecciones españolas del pasado mes de julio.

Con la decisión de las bases de la ANC se aleja del todo el peligro a una de las candidaturas que habría podido contribuir a la atomización del voto independentista y, seguramente, la más organizada. Aunque solo hayan votado en la consulta 7.599 socios, en enero de 2022 contaba con alrededor de 90.000 simpatizantes, lo que da una idea del importante número de afiliados que, aunque ha ido a la baja desde 2012, ha tenido musculatura suficiente para poder organizar importantes convocatorias masivas, por ejemplo, en los sucesivos 11 de septiembre.

Se ha puesto en riesgo la unidad de la ANC y se ha tratado de alterar las razones que dieron origen a su fundación

Falta por ver ahora si la incipiente formación de la aún eurodiputada de la coalición electoral Junts, Clara Ponsatí, que hace un cierto tiempo que rompió cualquier sintonía política con el president Carles Puigdemont, y el filósofo Jordi Graupera consiguen sumarse a la carrera electoral del 12 de mayo. Igual que Aliança Catalana, la formación de la alcaldesa de Ripoll, Sílvia Orriols. Los dos espacios políticos lo van a intentar, aunque el tiempo disponible, alrededor de un mes, corre en su contra.

Aunque es evidente que, en condiciones normales, la actual dirección de la ANC hubiera tenido que presentar su renuncia este mismo sábado, ya que su derrota es una enmienda de las bases a su hoja de ruta, se ha optado por convocar elecciones entre el 14 y el 18 de mayo, justo después de las elecciones catalanas. Los movimientos ya han empezado y es más que probable que haya más de una candidatura, ya que la fractura en la organización es más que evidente.