Con la petición de Pedro Sánchez a los ministros y funcionarios públicos de que no usen corbata, como una medida de ahorro desde el punto de vista energético, se cierra el curso político español. Y con Pedro Sánchez subiendo al acabar de hacer su mitin desde La Moncloa a un Super Puma que le llevaría desde el palacio hasta Torrejón, una distancia de alrededor de una treintena de kilómetros, para coger su avión oficial con dirección a los Balcanes, un guión perfecto de lo que ha sido este curso político: se hacen declaraciones grandilocuentes —ir sin corbata— y se desplifarra energía por el otro —coger un helicóptero para hacer 26 kilómetros— y así una y otra vez.

Sin duda, es mucho más fácil hablar del ahorro energético de las corbatas que abordar la maltrecha economía española, donde se acaba de de llegar al 10,8% de inflación, un porcentaje que hacía 38 años que no se veía, y que está llevando a una situación de pobreza a lo que antes eran modestas clases medias. Para eso no hay receta, como no la hay para el adelgazamiento de la administración central que soportamos todos y que no hace otra cosa, en muchas ocasiones, que doblar la ya existente en las comunidades autónomas. Pero claro, esto es ingrato e impopular. Es preferible hacer discursos contra los banqueros o las energéticas aunque sea un auténtico brindis al sol ya que, por detrás, encontrarán la solución de que el perjudicado sea el ciudadano.

Pero Sánchez ha decidido irse de vacaciones y a la vuelta del verano ya veremos qué hay que hacer. ¿Por qué habrá que hacer algo más que limitar el aire acondicionado a 27 grados en transportes, centros de trabajo y comercios y la calefacción a 19 grados si se quiere evitar la recesión? Porque el hecho de no hablar de ella no va a alejar la posibilidad de que acabe siendo una realidad, si la situación de guerra entre Rusia y Ucrania sigue más o menos como está, en el primer trimestre del próximo año. Y, todo ello, en un año electoral, con municipales y autonómicas en mayo, y cuya campaña ya se deja notar.

Pero mientras otras economías se preparan para mirar de contener el golpe que viene, con noticias que incluyen una contención del gasto público, aquí, con un endeudamiento superior, el presidente nos invita a hablar de corbatas mientras él cogerá, en algún momento, el camino hacia el palacio de las Marismillas, en el corazón del parque de Doñana, en Huelva, a donde se desplaza cada año y que es la residencia oficial de los presidentes del gobierno. Mientras, el sector textil deberá rehacer sus números y las empresas que se dedican a la fabricación y ventas de corbatas sortear sus frivolidades.