Los militantes de Convergència decidieron el pasado sábado que la mejor manera de seguir ocupando el espacio central de Catalunya era proceder a una reencarnación del partido, en acertada expresión del historiador J.B. Culla. Intentar una mutación de lo viejo a lo nuevo con suficientes ingredientes para que sea creíble y con el pasado necesario para no arrancar de cero. No es una tarea fácil, al menos, por tres motivos: el mapa político catalán ha explosionado, como en ningún otro sitio, en múltiples formaciones y con un peso importante de la izquierda; segundo, el lastre de la corrupción y concretamente de las informaciones que aparecen sobre la familia Pujol y el propio expresident han hecho un gran daño; y tercero, la operación, para tener opciones de ser exitosa, precisa de una generosidad de dirigentes importantes de CDC que hoy no solo no se ve sino que han convertido el debate de los cargos en una discusión propia de un parvulario.

Planteados los tres problemas que tienen por delante los dos rostros de CDC, Carles Puigdemont y Artur Mas, el paso que han dado va en la buena dirección. Para renacer de nuevo es necesario diagnosticar la situación de una manera realista, incluso si se quiere con un punto de orgullo después de más de 40 años de existencia, y ese trabajo sí que lo han hecho. Seguramente, a ello ha contribuido la valoración que ofrecen las encuestas del president Puigdemont, un actor nuevo en la política catalana pero cuya huella empieza a ser perceptible. El factor Puigdemont no debería actuar como freno a otras iniciativas sino como una señal clara de la necesidad de arriesgar con rostros nuevos y reconocida gestión en sus ámbitos municipales, la verdadera cantera de la formación.

Una nueva marca y nuevos liderazgos, si lo hacen bien, serán tan solo dos de las tres patas del nuevo proyecto. ¿Cuáles serán sus prioridades políticas y su ubicación ideológica? ¿Cómo volverá a tener opciones de recuperar las clases medias catalanas, que han perdido poder adquisitivo a raudales en los últimos diez años y muchos sectores de las cuales se han desplazado a Esquerra Republicana o incluso a Ciudadanos? Igual que en otros tiempos se podía decir que el poder aglutinaba a Convergència hoy se puede asegurar que el poder la ha desdibujado hasta hacerla difícilmente reconocible. Solo cuando este proceso haya acabado se podrá saber si la nueva formación tiene hechuras de una cosa sólida e importante o su tiempo definitivamente ya ha pasado.