Con la votación este fin de semana de los militantes de Junts per Catalunya, Pedro Sánchez ya ha amarrado los votos en el Congreso de los Diputados suficientes para sacar adelante su investidura que, aunque no tiene fecha, todo apunta que será esta misma semana. Como ya había hecho antes la militancia de Esquerra el aval a los acuerdos alcanzados por separado con el PSOE ha sido muy amplio, tanto que no admiten discusión posible. En el caso de Esquerra votó un 44% y el porcentaje de votos afirmativos fue del 89%; en el de Junts han participado en la votación el 67% de los militantes y los síes han sido del 86%.

Discusión, por tanto, cerrada: la militancia de los dos partidos independentistas catalanes ha cerrado filas con la posición expresada por sus dirigentes y han pasado página para adentrarse en una nueva etapa política que unos ven como apasionante, otros como llena de incertezas y algunos pocos como una legislatura llena de trampas en las que tanto Junts como ERC han renunciado a la posición de ventaja que sus diputados les otorgaban. Sea como sea, una cosa sí es cierta: al no encabezar en ninguno de los dos partidos la corriente crítica respecto a lo que se ha hecho, todos van en el mismo barco y hacia el mismo puerto.

El resultado de ambas votaciones, las de Junts y la que ya hizo Esquerra, devuelve a la realidad lo que algunas veces es el ruido paralelo que, a veces, acompaña este tipo de debates. Lo mismo le pasó al PSOE y a Felipe González. Alrededor del expresidente se ha armado un grupo de dirigentes socialistas que tienen más de nostálgicos que de importantes. Sin embargo, este ruido contra Pedro Sánchez ha ocupado el mismo espacio, si no más, que aquellas voces socialistas que apostaban por el acuerdo. Allí, la votación tampoco fue muy diferente a la de ERC y Junts y el 87% de la militancia del PSOE ratificó el acuerdo. Es obvio, por tanto, que González perdió la partida, pero él continúa diciendo lo mismo y sus discursos ocupando el mismo espacio que antes de que se produjera la votación.

La militancia de Junts y ERC ha cerrado filas con la posición expresada por sus dirigentes y han pasado página para adentrarse en una nueva etapa política

Pese al hermetismo tanto en el PSOE como en Esquerra y Junts los tres partidos siguen sin cerrar la ley de amnistía que debe presentarse en el Congreso. Al menos, a las 21 horas de este domingo. Las dos carpetas no cerradas siguen siendo las mismas que ocupan a los negociadores desde hace días: la del lawfare y la de las acusaciones de terrorismo en el caso de Tsunami Democràtic introducidas por el juez García Castellón a principios de la semana pasada. En el primer caso, el de los sumarios de lawfare, todo apunta a que los afectados se van a quedar sin que la ley les proteja —promesas a futuro, sí— y sus causas judiciales a la discrecionalidad de los jueces de la Audiencia Nacional o del Tribunal Supremo.

En lo que respecta a las acusaciones de terrorismo en el caso de Tsunami, una vez García Castellón ha abierto la caja de pandora, sería del género estúpido aceptar un redactado impreciso en la ley de amnistía que dejara margen de maniobra a la justicia española. Porque cuando eso sucede, ya sabemos como acaba.