El debate de Política General que se inicia este martes y tendrá continuación el viernes con la aprobación de las resoluciones va a estar muy centrado este año en la salud del gobierno de coalición, donde Esquerra Republicana y Junts per Catalunya protagonizan una constante guerra por el relato. Una lucha que ya solo ellos son capaces de seguir mientras la ciudadanía, la independentista y la no independentista, ha ido incorporando cuando no sustituyendo en la agenda temas mucho más urgentes, como la crisis económica, la pérdida de poder adquisitivo por la inflación y una factura energética que no deja de escalar y amenaza a amplias capas de la ciudadanía con un invierno en que la pobreza energética —no poder mantener la casa a una temperatura adecuada— que ahora se encuentra en alrededor del 16% puede superar el 20%.

Muy poco se sabe del contenido del discurso del president Pere Aragonès y de su compromiso de presentar en este debate una propuesta amplia para la autodeterminación. De lo poco que desde Esquerra han ido explicando, se deduce que sería una iniciativa que pretende ir más allá de las filas independentistas y tratar de volver a incorporar a los estrictamente soberanistas. Formulado así sería una especie de remake del 2014 bajo la presidencia de Artur Mas. La música que llega desde el cuartel general de Calabria estos últimos días está más centrada en dirigirse a lo que ellos consideran que es el espacio central del independentismo y del soberanismo que en atender las demandas de Junts per Catalunya, sin importarles en exceso que abandonen el Govern.

Y aquí, volvemos a la lucha por el relato. Esquerra juega con ventaja: las razones de Junts para dejar el Govern son de consumo muy interno. En cambio, Junts no tiene margen para que su discurso de los incumplimientos del pacto de investidura —que existen, ciertamente— sea visto como una razón suficiente para dejar el Ejecutivo catalán. Y se pueden añadir dos razones más: la ruptura de un Govern independentista tendría consecuencias para el futuro y esta pesada carga no la llevarían por igual los dos partidos. En segundo lugar, abandonar el Govern en un momento tan difícil para la población es obvio que resta capacidad para que tus políticas sean creíbles y valoradas.

Los gobiernos de coalición tienen ventajas e inconvenientes. El 52% de voto independentista y la mayoría en el Parlament, aunque sea más sobre el papel que en la realidad, solo deja margen, aunque sea por responsabilidad, a una coalición. Quien tiene la presidencia lleva la voz cantante y tiene más fuerza, y la otra parte del gobierno se tiene que mover en una guerra de guerrillas para conseguir despuntar y sacar la cabeza. Ha sido siempre así y solo hace falta buscar referentes en la historia. Ahí también está la habilidad de unos y de otros para aprovechar las oportunidades. Creer que desde la oposición se puede hacer más política que desde el Govern es de una gran ingenuidad o de una gran inexperiencia. Desde la oposición se hace básicamente ruido.