Clarisme fue una revista de cultura catalana que se publicaba cada semana entre octubre de 1933 y junio de 1934 y que tenía el siguiente subtítulo: Periòdic de joventut, art i literatura. Aunque la publicación duró realmente poco, dos eran sus rasgos más característicos: era un medio de comunicación que permitía descubrir y dar a conocer a los jóvenes escritores y artistas de Catalunya, y tanto su director, Francesc Maspons, jurista especializado en derecho catalán y presidente del Centre Excursionista de Catalunya entre 1925 y 1931, como sus colaboradores defendían un claro catalanismo radical que hizo que Clarisme se acabara convirtiendo en un medio polémico.

Allí escribió, entre otros colaboradores, Mercè Rodoreda, un hecho que dio a la revista una gran popularidad. La autora de La plaça del Diamant publicó el 23 de diciembre de 1933 un artículo que llevaba por título Nadal y que empezaba así: "M'agrada el dia de Nadal. I m'agrada passar-lo a casa. I recordar. Evocar imatges que fugisseres s'escapoleixen negant-se a venir. Records de criatura, per purs, els millors quan ja ets gran...". Y en aquellos inviernos de antes con una climatología tan diferente, Rodoreda se podía permitir escribir: "Jo no voldria que s'avancés ni s'endarrerís la nevada, sinó que deixés anar el seu plomissol el dia de Nadal encara que del cel en fes fugir les estrelles. Quin doldre que no nevi el dia de Nadal!"

Mis recuerdos huidizos de la Navidad en los años 60 son de la Misa del Gall en la catedral de La Seu, del frío increíble invernal que nos recibía al salir al exterior, en especial aquellas noches en que nos esperaba una nevada nocturna. Recuerdo los copos de nieve fundiéndose en las antorchas medievales que aún se conservan en La Seu, en el carrer Major y en los alrededores de la basílica románica, y que el Ayuntamiento, de manera excepcional, encendía la noche de Navidad. 

Mi memoria es tan fugaz como aquel frío y aquella nieve que pensábamos que duraría siempre, y ahora pasan inviernos enteros sin que prácticamente la veamos. La sierra del Cadí, que se extiende de oeste a este durante casi 25 kilómetros, presenta hoy un paisaje inhóspito que amenaza incluso a la vecina Andorra y a sus estaciones de esquí, si no nieva en enero. Si seguimos así, la nieve acabará también siendo poco más que un recuerdo, como aquellas navidades en que la gente se deseaba Bon Nadal y no se necesitaban subterfugios como les festes del solstici d'hivern y se cantaban nadales sin que nadie se extrañara por ello.