No hay avances y la investidura está aún muy lejos. Nada sustantivo ha cambiado desde el viernes. Estas dos frases de dirigentes políticos diferentes definen muy bien cuál es la situación a última hora del domingo y cuando faltan 36 horas para que se inicie la segunda sesión parlamentaria para que Pere Aragonès alcance la presidencia de la Generalitat. Aunque en esta ocasión precisa solo mayoría simple -que lograría holgadamente si los diputados de Junts se desplazaran de la abstención al 'sí'-, o con un aún más improbable movimiento del PSC que nadie contempla del 'no' a la abstención, nada hace prever ninguna de estas dos eventualidades.

Es más, si algo se ha producido desde la sesión parlamentaria del viernes, en que fracasó la primera investidura, es un cúmulo de acusaciones y reproches entre ambas formaciones que, lejos de facilitar un acuerdo exprés, da la impresión que va a servir para hacer acumulación de reproches para los dos meses que se abrirán para intentar cerrar un pacto. Como ya sucedió el pasado jueves en que Junts reunió a su dirección para aprobar el sentido del voto en la sesión de investidura, este lunes volverá a hacerlo. Los movimientos internos que se han producido van más en la dirección de dirigentes que se han desplazado de la abstención hacia el 'no' que de la abstención hacia el 'sí', donde, formalmente, no hay ninguno.

En el caso de Esquerra, sus dirigentes siguen defendiendo en público que hay tiempo para el acuerdo y que las diferencias no son tan importantes como sus socios de gobierno sostienen. Un gesto de madurez política sería poner encima de la mesa los documentos estratégicos de legislatura que se han cruzado para que todo el mundo pudiera hacerse una composición de lugar. Así hablaríamos de las divergencias que existen y no de las declaraciones de unos y de otros.

Pero, mientras defienden una discreción negociadora que ya no tiene sentido alguno, la investidura sigue encallada y aunque este lunes, a buen seguro, habrá movimientos de última hora, ser optimista tiene, sinceramente, algo de iluso. Habida cuenta de que todo el espacio independentista, el de los partidos y el de las entidades, ha hecho numerosas proclamas sobre el error que sería desaprovechar el casi 52% de voto independentista el pasado 14 de febrero, a lo mejor habría que contemplar la posibilidad de incorporar a algún externo a los dos partidos para que Esquerra y Junts salieran del bucle en que están. Igual es una idea imposible, pero a lo mejor les ayudaría a cerrar un acuerdo.