La celeridad con la que Laura Borràs ha zanjado el affaire Cuevillas, después de que este pusiera el cargo de secretario de la Mesa del Parlament a su disposición; y la persona elegida para relevarlo, Aurora Madaula, no es más que un reflejo de la herida que han dejado en la cúpula de Junts per Catalunya las polémicas declaraciones del abogado. Sus reflexiones sobre lo que era o no una confrontación inteligente con el Estado —en relación a la tramitación de propuestas de resolución sobre el Rey y la autodeterminación— y valorar una hipotética inhabilitación "sin pena ni gloria por una burrada” cayeron como un auténtico obús en la formación de Carles Puigdemont y Jordi Sànchez.

Solo la Semana Santa ha aparcado por unas horas una dimisión que ya se daba por segura desde el mismo viernes en que realizó las declaraciones. Jaume Alonso-Cuevillas se ha convertido así en el miembro más breve de la Mesa del Parlament, 23 días. La pérdida de confianza con Borràs, que fue quien le propuso para que la acompañara como miembro de Junts en la Mesa, ha sido irreversible desde el mismo momento en que se conocieron sus declaraciones. Entre otras cosas porque por los motivos mencionados por el abogado hay personas de la Mesa de la Cámara catalana procesadas. Seguramente, para visualizar que no hay un cambio de estrategia por parte de Junts, la persona escogida para sustituirle se ubica en el sector más radical del partido, en lo que se entiende por confrontación con el Estado y en la defensa del Consell per la República que preside Carles Puigdemont.

Con esta carpeta cerrada y con flecos incómodos que en un momento u otro se volverán a abrir en el interior de Junts, esta formación reanudará en las próximas horas las negociaciones para intentar formar gobierno en Catalunya con el partido encargado de esta tarea, Esquerra Republicana. Desde la derrota en la segunda votación de Pere Aragonès, el pasado viernes, no consta que haya habido avance alguno, más allá de las conversaciones que hayan podido tener los dirigentes de ambas formaciones. Al contrario, si algo ha habido es ruido partidista, dejando interrogantes sobre el acuerdo y planteando fórmulas alternativas.

Obviamente, todo lo que sea salirse de un acuerdo de Govern entre ERC y Junts son fórmulas que plantean aún más incertezas que un pacto entre los dos grandes partidos independentistas. Con la reanudación de la actividad política este martes, se podrá empezar a comprobar si el calendario de cerrar un acuerdo en los alrededores de Sant Jordi es factible o vamos, una vez más, al límite de elección de un president, como ya sucedió en 2016 con el paso al lado de Artur Mas y la designación de Carles Puigdemont.