A falta de dieciocho días para que finalice el plazo para la investidura del president de la Generalitat, Esquerra Republicana removió este sábado el tablero de la política catalana anunciando que aparcaba las negociaciones con Junts per Catalunya y su apuesta pasaba a ser la búsqueda de soportes parlamentarios para gobernar en solitario. Pere Aragonès, el presidenciable de ERC, compareció solemnemente para realizar el anuncio desde la sede del partido, en lo que se convirtió en un golpe de efecto por ahora de resultado incierto. La ruptura de ERC, poniendo el acento en que Junts mantiene una posición inamovible en puntos importantes de la negociación, lo que en su opinión es un ejemplo de que no quieren llegar a un pacto, introduce un elemento de gran incertidumbre respecto al encaje que evite la convocatoria de unas nuevas elecciones que nadie dice querer pero a la que parece abocarse la política catalana, si no hay un cambio de rumbo.

Es evidente que Aragonès ha hecho todo un órdago a Junts, que se había pasado las horas previas a la decisión de Esquerra anunciando que se estaba cerca de un acuerdo para el gobierno de coalición. El propio secretario general de Junts, Jordi Sànchez, no se ha movido de este discurso en un intento, seguramente, de que ERC recupere la idea en la que se ha venido trabajando de un gobierno de coalición. El debate que ahora se abre va a tener que ver con las opciones reales de Aragonès para conseguir la investidura quedándose fuera del gobierno los diputados de la formación de Carles Puigdemont.

Es una ecuación que no parece fácil de resolver, ya que el propio Sànchez señaló este sábado una frase que hay que interpretar en su totalidad y no a medias: "No especularemos con las elecciones, pero exigiremos al próximo Govern de Catalunya, formemos parte o no de él, una seriedad, transparencia y lealtad que nos tendrán que explicar". Si las negociaciones para formar un gobierno de coalición se han roto, entre otras cosas, por falta de confianza cuesta ver que desde trincheras diferentes la lealtad sea mayor. Eso por no introducir la variable de la ratificación de cualquier acuerdo que deben realizar las bases del partido. Puigdemont, aprovechando la clausura del congreso del partido, envió un mensaje a ERC: "No nos dejaremos pisotear. No callaremos".

Esquerra dispone de un acuerdo con la CUP (42 diputados) e iniciará negociaciones con los comunes (8 parlamentarios) en las próximas horas. Parece probable que alcance un acuerdo con la formación de Ada Colau y Jéssica Albiach. Son 50 y la mayoría absoluta está en 68. A partir de aquí entran en juego las abstenciones, que es lo que intentará ERC con Junts. Es una ecuación difícil de resolver y más con el clima de irritación entre las dos formaciones que se ha producido este sábado.

La semana empezó con un problema para Pedro Sánchez después del batacazo en las elecciones de Madrid y acaba con los partidos independentistas incapaces de hacer gobierno en Catalunya. ¡Y eso que obtuvieron 52% de los votos y 74 diputados!