Con muy pocos días de diferencia se ha producido en diferentes medios de comunicación españoles una misma visión catastrofista sobre el negro futuro que le espera en Europa a la sentencia del procés, y la que ya se considera sin ambages una aplastante victoria internacional del independentismo catalán a la hora de conseguir que cale el relato de la represión en España, y quien sabe si abrirá de par en par las puertas para al retorno de los exiliados.

La alta magistratura española se debate entre la melancolía y la irritación, y muchos de los que antaño defendían la sentencia del Supremo fijan ahora sus dardos en Pedro Sánchez por la concesión de los indultos, obviando que, en este caso, el factor de las cosas sí altera el producto final. Primero fue la denuncia de Europa y la vergüenza de muchos sectores políticos y de opinión por el hecho de que en España hubiera presos políticos, y la comparación del Estado español con Turquía, como en el reciente informe del Consejo de Europa que, a la postre, ha abierto definitivamente la caja de Pandora.

Que este domingo el diario El Mundo abriera a cinco columnas su primera página con el siguiente reclamo: "Nuestra sentencia del 1-O está muerta en Europa, la batalla está perdida", atribuyendo la frase a sus conversaciones con magistrados del Supremo, es algo más que un punto de inflexión en su visión de lo que puede suceder en Estrasburgo. O este otro de El Español: "El gobierno de Sánchez admite el triunfo del relato exterior indepe y teme un palo de la justicia europea". Hay bastantes más, pero todos van en la misma dirección.

El sentido común dice que, si en una cosa el resultado es bueno, lo mejor es no hacer grandes inventos, y eso es lo que se debe hacer con la internacionalización del procés catalán a partir de ahora, en el que, por suerte, los presos políticos ya han abandonado las cárceles con un indulto parcial. Desde 2018 y en ausencia de una política del Govern catalán potente, los dos polos han sido el exilio y las prisiones. Ahora, deben ser el exilio y el nuevo Govern presidido por Pere Aragonès, complementándose en el principal objetivo que tiene hoy el grueso del independentismo: la amnistía, un referéndum de independencia y la constitución de una república catalana.

Que el ejecutivo de Pedro Sánchez no está por la labor, no es ninguna novedad. Pero tampoco lo estaba en el 2018 y en el 2019 cuando afirmaba taxativamente que el Gobierno no daría ningún tipo de indulto a los presos políticos y, al final, lo ha acabado haciendo. Es una cuestión de persistencia y de sacar el lustre adecuado a los imprescindibles diputados independentistas en Madrid.