Por lo que se ve en las enmiendas presentadas a los documentos congresuales del PSC no va a ser tan fácil ventilarse de un plumazo la inmersión lingüística del sistema educativo catalán como se desprendía de la ponencia marco que se discutirá a mediados de mes. La propuesta de una nueva política en esta materia, y que despertó tanta controversia hace una semana ya que situaba a los socialistas catalanes muy alejados de donde han estado estas últimas décadas, va a ser objeto de debate en el congreso, ya que diferentes agrupaciones han enmendado el texto y con fórmulas diferentes pero con un mismo objetivo pretenden dejar las cosas tal como estaban.

No es seguro que estas enmiendas acaben prosperando y este es un debate que el PSC no debía haber abierto, ya que es comprar el marco mental de Ciudadanos y asumir que hay un problema de lengua en la escuela catalana. Lo que sucede es que ante un declive imparable de la formación que hasta hace unas fechas pilotaba Albert Rivera, el PSC quiere quedarse con todos los restos del naufragio y aspirar así a tener opciones de disputar la primera posición en Catalunya cuando se celebren los comicios. Pero eso es difícil que acabe pasando, ya que lo más probable es que una parte de este electorado se refugie en Vox. Así lo vienen diciendo algunas encuestas realizadas y que no se acaban conociendo, y puede ser que esa circunstancia limite el ascenso socialista.

Sea como sea, el PSC no puede estar negociando con Esquerra Republicana la investidura de Pedro Sánchez en una mesa de negociación y reventando el modelo educativo en Catalunya en otra por un puñado de posibles votos. La lógica apunta a que tendrá que corregir el rumbo, ya que el sentimiento de que con la lengua no se juega es demasiado transversal en Catalunya para que haya margen para jugar a dinamitarlo.

Llama la atención también, y es bueno que sea así, que las enmiendas a la posición de la ponencia sobre la lengua sean superiores -casi cinco veces más- a las que se han presentado al reconocimiento de Catalunya como nación y la inconcreta apuesta de una España federal. El mantra del federalismo no da más de sí y, como el del Senado a Barcelona, solo sirve para estériles debates que únicamente interesan al PSC y nunca al PSOE. El tema de la nación es más espinoso y aquí Iceta tendrá que lidiar con Sánchez y con los barones del PSOE. La España monolítica de una única lengua y una única nación hace tiempo que encaja muy mal la diversidad. Por eso una parte significativa del país hace tiempo que desconectó de esta realidad y puso el rumbo en manos de los partidos independentistas