Se escribirá este lunes en el Tribunal de Apelaciones de Sassari, en la isla de Cerdeña, un nuevo capítulo de la caza del Estado español al president en el exilio Carles Puigdemont. El último intento, el pasado día 23 de septiembre, se zanjó, como todos los anteriores desde 2017, con idéntico resultado. Derrota inapelable de la justicia española en Bélgica, Alemania, Suiza, Austria, Reino Unido, Francia, Luxemburgo e Italia. De una u otra manera, a través de los tribunales, por actuación directa de la policía o incluso por indicaciones de las autoridades correspondientes, Puigdemont ha ido sorteando y humillando a un estado desesperado que ha ido perdiendo todas las confrontaciones internacionales que ha planteado. El Tribunal Supremo español es hoy, en muchas ocasiones, el hazmerreír de la justicia europea y de los diferentes estados que se hacen cruces de una situación más propia de una persecución política que de una justicia independiente.

Puigdemont y su equipo jurídico, que encabeza Gonzalo Boye, han planteado la vista de este lunes en Sassari claramente al ataque. Puigdemont podía declarar telemáticamente y ha renunciado a ello desplazándose a L'Alguer este domingo, con tiempo suficiente para que no hubiera incidentes que pudieran alterar su presencia en el Tribunal de Apelaciones. Han viajado también desde Bruselas los consellers exiliados y también eurodiputados Toni Comín y Clara Ponsati, que ya no han tenido dificultad alguna en cruzar la frontera del aeropuerto. Los tres fugados, en la terminología de los jueces Manuel Marchena y Pablo Llarena echan así un pulso público al Tribunal Supremo que tiene las euroórdenes de detención vivas.

Boye quiere una victoria rotunda, que ratifique la estrategia internacional de defensa de Puigdemont. De los Pirineos al norte pueden moverse libremente ya que la justicia europea se lo permite. ¿Por qué España es diferente? ¿Por qué no interviene el Tribunal General de la Unión Europea? ¿A que espera el Parlamento Europeo a devolverles la inmunidad ante el atropello y las mentiras del Reino de España al TGUE? Que todo eso suceda en los primeros días de octubre es como un guiño a aquel octubre de 2017 del referéndum y todo el reguero de acontecimientos, empezando por aquel insólito y estúpido discurso televisivo de Felipe VI.

Que en Valencia, durante la convención del Partido Popular, se coree en un mitin y en una fiesta de los jóvenes cachorros del partido el lema de "Puigdemont, a prisión" no deja de ser un ejemplo de la impotencia españolista y de lo importante que ha acabado siendo para ellos cerrar este capítulo. Si ese es el viaje al centro de Pablo Casado, ¿qué debe pensar en privado? O lo que dice Moncloa, Marlaska u otros ministros y dirigentes del PSOE. Puigdemont es una inacabable pesadilla para España. Por eso Llarena lo ha intentado todo esta última semana, llevándose por delante la Abogacía del Estado. ¿Y qué no habrá hecho el embajador español en Roma, Alfonso Dastis, exministro de Asuntos Exteriores del Partido Popular en el momento más álgido desde aquel 2017?

De ahí la importancia que el Tribunal de Apelaciones de Sassari realice un pronunciamiento inequívoco sobre la situación del president Puigdemont.