Lección de primer curso de derecho en España: un independentista -individuo o partido- tiene casi siempre las de perder cuando la decisión queda en manos de un tribunal cualificado de la judicatura; entiéndase por ello el TSJC, la Audiencia Nacional, el Tribunal Supremo o el Tribunal Constitucional. Segunda lección: si la disputa es entre partidos españoles, tienen muchas más posibilidades de llevarse el gato al agua los partidos de derecha que los de izquierda. Tercera lección: la extrema derecha gana siempre sus batallas y, si es contra la izquierda, lo hace sin bajar del autobús.

Con estas tres lecciones en el frontispicio de la decisión, no debería ser ninguna sorpresa que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid haya dado la razón, con la disolución de la Asamblea de Madrid, a la presidenta Isabel Díaz Ayuso. La nueva lideresa populista de la extrema derecha madrileña podrá convocar elecciones cuando quería, el 4 de mayo, después de haber desmontado una operación fraguada en La Moncloa por Pedro Sánchez y Inés Arrimadas para descabalgarla del cargo. El primero ha perdido su primera batalla significativa y la segunda ha cavado definitivamente su fosa política. Si en algún sitio no se echará en falta a su partido, es en Catalunya, aunque su extinción será a una velocidad desconocida.

Aquellos que pensaban en desplazar a Díaz Ayuso y colocar al socialista Ángel Gabilondo mediante una moción de censura, ya se pueden ir despidiendo de ello. Además, el movimiento ha sido tan burdo que el PP se asegurará cuatro años de tranquilidad, bien sea con una mayoría absoluta (difícil) en la Asamblea de Madrid, o en alianza con Vox (seguro), que ganaría protagonismo. Errores políticos: Pablo Casado, cuyo liderazgo empezaba a cuestionarse tras su fracaso catalán, se puede encontrar rescatado del ostracismo por una de sus distinguidas adversarias, como es Díaz Ayuso.

Asistiremos también a un trasvase de dirigentes y militantes de Ciudadanos al PP o a Vox, que en Madrid tanto monta, monta tanto y, en muchos rincones de España, también. La derecha se rearmará, seguramente, y veremos qué hace Pedro Sánchez con la legislatura española.

¿Y qué se sabe del indulto a los presos políticos? A la lentitud inexplicable imperante hasta la fecha, además del incumplimiento de la promesa que hizo el gobierno después del verano, se va a sumar ahora, con el desparpajo habitual que se escucha en Madrid, lo siguiente: “Hombre, con las elecciones en Madrid a la vista, entenderás que ahora no es el momento”. Nunca es el momento.