Si no hay una novedad de última hora, este martes se iniciará la huelga de seis días durante el mes de marzo convocada de manera unánime por los sindicatos de educación y que afectará a las escuelas e institutos de toda Catalunya. El motivo de la huelga tiene que ver con la alteración unilateral por parte del departament del calendario del curso escolar y con el borrador de Educació con una nueva propuesta de ordenación curricular de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) —donde desaparecía la Filosofía en 4º de la ESO— aunque también hay un paro convocado para el día 23 que tiene que ver con el rechazo al 25% de castellano en las aulas catalanas que ha impuesto la justicia española.

En las últimas fechas, el malestar de la comunidad educativa con el conseller Josep Gonzàlez-Cambray, lejos de reducirse, ha ido a más y así el Marc Unitari de la Comunitat Educativa (MUCE), que agrupa a asociaciones de familias, sindicatos estudiantiles y entidades, ha dado su apoyo a las movilizaciones sindicales. Este sábado, los 73 directores y directoras de los institutos de Girona han hecho pública una carta, cuyo último destinatario es Cambray, en la que denuncian la falta de diálogo y apuntan que se está produciendo un punto de desconexión que nunca antes se había visto.

Una huelga en el sector educativo es por definición la que más acaba afectando al conjunto de las familias, ya que su impacto llega hasta el último rincón del país. Más allá de si es oportuno o no modificar el inicio de curso, que seguramente con una negociación seria y alejada de la soberbia el resultado hubiera sido otro, lo que más sorprende es que la Conselleria no esté poniendo encima de la mesa propuestas y más propuestas para romper el frente sindical. No solo no ha sucedido eso, sino que se han ido sumando colectivos no estrictamente sindicales al comprobarse que la decisión de la administración estaba muy decidida.

Los casi dos años que ha durado la etapa más profunda del coronavirus han sometido a una sobrecarga profesional, sobre todo al personal médico en sus diferentes facetas, incluidos los trabajadores de centros hospitalarios y de los CAP, pero también a todo el profesorado, que en condiciones muy difíciles ha tenido que lidiar con la covid-19, pero también con una situación desconocida en las aulas: las bajas de profesionales, las clases telemáticas y el retorno de los alumnos a las clases como una medida para poder normalizar la situación en otras áreas laborales. Esa tensión se ha superado con esfuerzo, dedicación y, sin duda, mucha paciencia. Cuando hay una negociación, todas estas cosas también se han de tener en cuenta y buscar un razonable equilibrio. Aún se está a tiempo.