El indicador relativo al riesgo de pobreza en Catalunya ha aumentado dos décimas en 2016 hasta situarse en un 19,2%, según datos del Institut d'Estadística de Catalunya (Idescat).

En menores de 16 años, la tasa se ha reducido un 3,9% desde 2015, pero sigue siendo la más alta, afectando al 24%, mientras que en mayores de 65 años la tasa ha aumentado un 2,9%, hasta afectar el 15%. Además, las mujeres han registrado un aumento de un 1% de la tasa respecto al 2015, hasta situarse en el 20% (por encima de la media), mientras que ha descendido un 0,7% en los hombres, hasta el 18,2%.

El indicador mide la proporción de personas que tienen ingresos bajos en relación al conjunto de la población, situando el umbral en 10.054 euros anuales en los hogares con una persona y 21.114 en los de dos personas. Este umbral ha crecido en 2016 un 4%, de acuerdo con el aumento de los ingresos medios netos por persona, que han subido por tercer año consecutivo, hasta los 12.660 euros por persona.

Un 6,5% pidió ayuda

La Encuesta de condiciones de vida del Idescat, realizada en colaboración con el Instituto Nacional de Estadística (INE) y con apoyo de la Conselleria de Treball, Assumptes Socials i Famílies, ha reforzado este año sus preguntas relacionadas con aspectos específicos de la población en riesgo de exclusión social.

Como novedad, la encuesta ha revelado que el 6,5% de los hogares catalanes declaran haber pedido ayuda para alimentos, ropa u otros bienes básicos durante 2016. En concreto, el 4,4% pidió ayuda a familiares y amigos, el 1% a entidades privadas o religiosas y el 1,1% a ambos.

También se ha ha explicado que el 1,4% de los hogares catalanes han sido privados de una fuente de energía básica por causas económicas, al menos en una ocasión.

Menos tasa Arope

Según la tasa de riesgo de pobreza o exclusión social conocida como tasa Arope (por sus siglas en inglés), esta situación afectó al 22,5% de la población catalana en 2016, frente al 23,5% de 2015.

La disminución de este indicador se ha atribuido a la disminución de dos componentes no monetarios: las situaciones de privación material severa declaradas por los hogares encuestados, que han bajado un 1,2% en 2016, situándose en el 5,5%, y la baja intensidad de trabajo, que ha pasado de ser del 8,8% de los hogares en 2015 al 7,2% el año pasado.