Unos cuantos diarios abren su portada de par en par con uno de esos típicos asuntos que enojan y sublevan al ciudadano europeo y le dan la impresión que la Unión Europea, Bruselas y toda esa corte son una galaxia lejana de burócratas gilipollas solo atentos a los intereses de los poderosos y sus lobis, y obsesionados en marear la perdiz legal para arruinar la vida de los contribuyentes. Ahora se trata del bloqueo alemán al plan de la UE de prohibir la venta de vehículos que emiten CO2 —los de motor de combustión de gasolina o gasóleo. Es una propuesta que, en general, tiene buena llegada entre los europeos, inquietos por el futuro del planeta e irritados con la pasividad de sus políticos a la hora de abordar la emergencia climática con qué esos mismos políticos los asustan.

En fin. Este viernes, el Coreper, el organismo que reúne a los embajadores de cada Estado ante la UE, ha aplazado la votación sobre el plan, propuesto hace un año y medio y sobre el que ya todo el mundo se había puesto de acuerdo. El riesgo era que quedase enterrado, porque ahora Alemana ha decidido abstenerse a no ser que la Comisión Europea garantice que se podrán usar combustibles sintéticos (e-fuels, neutrales en CO2) en vehículos nuevos más allá del 2035. Se han sumado Italia, la otra potencia automovilística europea, y Polonia y Hungría, países con numerosas fábricas de coches y mandados por gobiernos euroescépticos y climatoescépticos que no pierden ocasión de tocar las narices a Bruselas.

A ver, no parece grave. Es un aplazamiento para que se pueda incluir esa excepción alemana, donde la industria automovilística equivale a la fruta de hueso para el Segrià, los cerdos para Osona o el vino para el Priorat. Las objeciones de Berlin fueron anunciadas el martes por el ministro de transportes de Alemania, Volker Wissing. Su partido, el FDP, liberal y business-friendly, quiere un enfoque más flexible que sus socios de la coalición de gobierno, los socialdemócratas y los verdes. Al FDP, las últimas elecciones regionales le han ido fatal y ahora quiere presentarse como defensor de la libertad tecnológica y de los puestos de trabajo alemanes. Wissing viste la mona diciendo que la UE solo apuesta por el coche eléctrico y se niega a dejar abierto el plan a otras alternativas.

Este sábado es un día curioso porque se hace difícil explicar por qué en algunos diarios este mismo tema abre la portada de par en par y otros ni lo mencionan. Los diarios que lo llevan de título principal (La Vanguardia, El Periódico, ABC) son los que tienen suplementos de motor más potentes que el resto. Es una explicación un poco atrevida que quizás confunde causación y correlación. Quizás solo es que estos tres diarios se han asustado y los otros, en cambio, ya han descontado que en Bruselas se pondrán de acuerdo más temprano que tarde y prefieren no hacer perder el tiempo de los lectores en batallas burocráticas. Es complicado.

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