Hoy los lectores de diarios impresos y los espontáneos que miran las portadas en los quioscos se habrán llevado un susto de muerte. De repente, Nissan ha decidido marcharse de Catalunya. Deja entre 20.000 y 30.000 trabajadores en paro, entre la misma plantilla de la fábrica y las 425 empresas afectadas. De un día para el otro, se ha esfumado entre un 2,6% y un 3% del PIB catalán. ¿Cómo es posible? ¡Si hasta ahora los diarios nos decían entre cero y nada!

Las portadas de hoy llegan como los forenses, a certificar la muerte y a decir que sí, que aquello es un cadáver. Llegan tarde. No es una muerte repentina. Hace ya diez años que esas plantas se desangran. Àngels Chacón, la consellera de Empresa y Empleo, había dicho en noviembre, tras un viaje a Japón, que Nissan no descartaba la fabricación de un nuevo modelo en Catalunya, que pasaba un "momento de reestructuración a nivel directivo", pero que no había que temer por la planta. Ayer, enfadada, exclamaba en TV3: "¿Se han reído de nosotros o qué?".

Algo parecido pueden pensar los lectores de los diarios, que hoy en portada actúan como plañideras. Sólo pueden publicar la esquela de la fábrica —casi todos usan la misma imagen desde varias perspectivas— y el análisis post mortem de la cosa. Poca cosa. A buenas horas, mangas verdes. ¿Dónde estaban los diarios todos esos años en que Nissan emitía las señales de lo que ayer se confirmó? En la luna de Valencia.

Hace dos viernes, la vicepresidenta española de Economía, Nadia Calviño, decía que no le constaba que Nissan tuviera intención de cerrar la planta de Barcelona. Recordó que, a principios de año, la firma japonesa expresó su compromiso al mismo presidente Sánchez, que se vanaglorió de ello en un tuit. Anteayer, la ministra del ramo, Reyes Maroto, hizo un último esfuerzo: advertir severamente a Nissan que cerrar le costaría mil millones de euros. Qué miedo.

Es una reacción con el mismo fondo que la gestión de la Covid-19 con confinamiento duro: tienes que quedarte en casa o arriesgarte a 601 euros de multa. A cambio de aceptar la dureza extrema de las medidas —y poner los muertos—, la ciudadanía espera tests masivos, un sistema de trazabilidad de los contagios, el calendario escolar del curso que viene, el ingreso mínimo vital o los cobros de los ERTE… Estos, sin embargo, son asuntos que pillan distraídos a los diarios, que hablan de ellos menos de lo que conviene a la gente. Quizás lo de Nissan les espabila.

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