El alcance de la serie de Netflix El Juego del Calamar ha llegado a puntos insospechados hace unos meses, el último ejemplo es la creación de una criptomoneda llamada Squid Game, tal como se llama la serie en inglés que empezó a cotizar justo hace una semana, el 26 de septiembre. El caso no es que el nombre esté inspirado en la serie, sino que los creadores de la criptomoneda han decidido cerrar el proyecto y huir con todo el dinero de los cotizantes, unos 2,25 millones de euros.

Todo tiene un porqué. En la corta vida de la criptomoneda, justo una semana, esta consiguió multiplicar por 286.100 su precio de debut, marcado en 0,01 dólares por cada criptomoneda, hasta llegar a un máximo de 2.861 dólares por criptomoneda. Todo parecía que iba bien, de hecho, más que bien, pero los impulsores de la criptodivisa tenía otros planes, y es que al final el precio se desplomó un 99,99% después de que desconectaran el token y, efectivamente, huyeran con el dinero de todos aquellos que habían invertido en su criptomoneda.

Después de la huida de los creadores, la página web creada expresamente por Squid Game ha caído y no se puede acceder, lo que se traduce en que los inversores no han podido acceder a su cartera y no han podido intercambiarla, por lo cual no han podido recuperar la inversión. Para acabar de adobarlo, la cuenta oficial de Twitter para el token, que había acumulado más de 57.000 seguidores, está suspendida actualmente por "actividad inusual" según informa la misma red social.

Cotización criptomoneda juego del calamar

Cotización de la última semana de Squid Game. Datos de CoinMarketCap.

Había motivos para desconfiar

Todo, se podía ver a venir, o como mínimo había motivos para desconfiar de la criptomoneda en cuestión, ya que durante este fin de semana CoinMarketCap, el portal de referencia para consultar el valor de las criptomonedas, ya reportó que los usuarios de la criptomoneda no podían vender el token durante, como mínimo, los próximos tres años por culpa a un sistema antidumping, que acababa provocando que los inversores no podían hacer nada en absoluto para proteger la inversión en cuestión.

Aparte de este hecho, también hay que apuntar que ni CEO de la criptomoneda, David Kanny, ni ninguna otra de los ejecutivos de la empresa existían en LinkedIn. Al mismo tiempo, un hecho igualmente sospechoso es que el sitio web y el whitepaper estaban llenos de errores ortográficos y en las redes sociales no todos los usuarios podían responder lo que publicaban.

​Este no es el primer caso en el cual se utiliza algún elemento de la cultura pop para acabar estafando a los inversores. De hecho, este caso es muy similar al de otra criptomoneda denominada Mando, que utilizaba imágenes del último gran éxito del universo Star Wars, The Mandalorian.