La banca española, y la europea en su conjunto, han iniciado una reconversión a fondo, de cuyo resultado depende el  futuro de su negocio. Los grandes bancos del Eurostoxx 50 han perdido más de un tercio de su valor en un año, mientras el sector bancario español cayó casi un 19% en 2015 y en esta primera parte de 2016 se deja ya más de un 17%, lo que refleja las grandes dificultades que están atravesando. Todo esto les lleva a acelerar la transformación digital en un contexto en que tipos de interés muy bajos seguirán presionando el margen neto de interés. El control de los costes es ahora primordial y el cierre d oficinas y el ajuste de plantillas se ha puesto en marcha abriendo una fase de duras negociaciones.

La gran crisis de 2008 no ha terminado para el sistema financiero. Un bajo crecimiento, sumado a una caída de las materias primas están inyectando presión sobre la calidad crediticia de sus carteras de préstamos, en algunos casos ya bastantes recargadas de deuda pública y créditos de dudosa solvencia.

Al mismo tiempo, los reguladores han incrementado su requerimientos de capital después de los controvertidos rescates iniciales, lo que en adelante supondrá que, sin contar en el futuro con el apoyo de gobiernos, serán los titulares de las acciones y de los bonos quienes deban asumir los quebrantos, lo que incrementa su ansiedad. La guinda la han puesto los tipos de interés negativos en Europa y Japón, lo que trae consigo un aplanamiento de la curva de rendimiento de su negocio, que debe afrontar nuevos retos competitivos que les llegan desde el mundo  digital, como los fintech, con propuestas de valor atractivas y bajos costes operativos.

Los reguladores han incrementado sus requerimientos de capital después de los controvertidos rescates iniciales

Toda la Europa bancaria está concernida. El Deutsche Bank, atacado por los hedge funds, fue el primero en emitir señales de alarma a causa de las dudas surgidas sobre sus reservas de capital y transparencia, que fueron superadas gracias a recompras de sus propios bonos y  al mensaje de apoyo del ministro de Finanzas alemán, Wolfang Schauble.  

En Francia, por poner otro caso que ha estado también en el ojo del huracán, la Société Générale podría suprimir el 20% de sus agencias de aquí a 2020, mientras se sentía, dijeron ejecutivos del banco, prisionero de los mercados.

El drama de los bancos se ha acentuado con los descensos bursátiles desde comienzos de año, que arrancaron por dudas sobre la economía china, se acentuaron con el endurecimiento de la política monetaria de la Reserva Federal y, luego, con la decisión del Banco de Japón de entrar en el terreno de los tipos de interés negativos. Todo ello ha contribuido a empeorar el entorno, cuando en bastantes casos no había problemas intrínsecos serios en el interior de los balances bancarios, según señala Pictet en Suiza, donde Crédit Suisse ha sufrido una auténtica debacle.

El drama de los bancos se ha acentuado con los descensos bursátiles desde comienzos de año

El caso italiano es más complejo, como revelan los comentarios relacionados con la creación de un fondo apoyado por el Estado donde colocar malos préstamos y cubrir déficits de capital. A la reunión celebrada la semana pasada habrían asistido el primer ministro Renzi, Unicredit e Intensa San Paolo. El Banco de Italia también busca atomizar un sector demasiado concentrado.

Aquí, el Santander ha anunciado la supresión de un 13% de las sucursales, al tiempo de un cambio del modelo de negocio que supondrá la incorporación de  un unicanal donde se ofrezca toda clase de servicios,  junto a los más especializados en el ámbito financiero.

La banca comercial va a iniciar una profunda transformación siguiendo la evolución rápida de los clientes, que han reducido su presencia en las agencias y recurren más al móvil, a la banca on line y telefónica.

Carlos Torres, consejero delegado del BBVA, ha dicho que el futuro de la entidad pasa por la vía digital, advirtiendo que de las 3.800 oficinas que tiene en España deberían quedar unas 1.000 a largo plazo.

Caixabank ha anunciado que mantiene la red de oficinas con el fin de ofrecer a sus clientes sus servicios regulares. Caja Duero España está en negociaciones para racionalizar su red. El ajuste en el sector de cajas parece inevitable. Los efectos de la cláusula suelo están ya descontados, según el mercado.

Caixabank ha anunciado que mantiene la red de oficinas con el fin de ofrecer a sus clientes sus servicios regulares

Nuestros vecinos de la Península Ibérica tampoco se salvan, con el Banco Portugués de Inversión (BPI) y el Banco Comercial Portugués (BCP) afectados por la mala situación de Angola. Mario Draghi estuvo el jueves en Lisboa hablando de la situación financiera en la zona euro, que sería objeto de nuevas tandas de expansión monetaria y de reducción de tipos de interés oficiales (el 0% actual) y de los depósitos (en -0,4%) en los que los bancos depositan sus excesos de liquidez en el banco central, según declaró el economista jefe del BCE, Peter Praet. La profundización en la política de tipos de interés negativo, estrategia en la que no ha entrado la Reserva Federal, inquieta profundamente a la banca.

También está preocupado el sector por los “Papeles de Panamá”, que afectan a 365 bancos en el mundo, especialmente el HSBC, Crédit Suisse, UBS y Société Générale. Los  dos primeros han rechazado las acusaciones.

Pero este gran escándalo, cuyas repercusiones aún se desconocen, les puede afectar indirectamente porque el primer ministro británico, David Cameron, está involucrado a través de una cuenta de su padre. El caso es que Cameron es el líder de los británicos que desean seguir en la Unión Europea, pero ahora los favorables al Brexit han obtenido una baza a su favor adicional. Y el Brexit puede provocar un agujero en los bancos europeos de 108.000 millones de euros, según un estudio de Bloomberg.

La banca, como se ve, nada sobre un mar de problemas y que los supere es imprescindible para la recuperación de la economía de la zona euro, porque en caso contrario tendría problemas de financiación. La  pérdida de confianza consiguiente dañaría a su vez la inversión y el consumo. Y no está  Europa para encadenamientos fatales.