Trabajar con temperaturas extremas podría aumentar el riesgo de sufrir accidentes de trabajo hasta un 9% de casos por el calor extremo, y un 4% por frío, según un estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) -centro impulsado por la Fundación Bancaria La Caixa-, que ha analizado 16 millones de accidentes en el estado español en 20 años.

El estudio, publicado en Environmental Health Perspectives, ha detectado que "la mayoría de accidentes laborales son atribuibles al calor y frío moderados", por lo cual es necesario que las políticas y planes de salud pública también cubran estos rangos de temperatura moderados más comunes y que causan más accidentes, ha explicado el coordinador del trabajo, Xavier Basagaña.

El cambio climático

"En el contexto actual de cambio climático, estos resultados requieren de intervenciones de salud pública para proteger a las personas trabajadoras", han concluido en el estudio, después de relacionar los accidentes que causaron al menos un día de baja por enfermedad entre 1994 y en el 2013 con las temperaturas diarias de la provincia donde se produjeron. "La exposición a temperaturas entre moderadas y extremas podría ser la responsable de más de medio millón de los accidentes de trabajo que tuvieron lugar durante el periodo de estudio", según la primera autora del trabajo, Martínez, que ha detallado que se relacionaron con la temperatura una media de 60 accidentes laborales diarios, el 2,7% del total.

Con respecto al impacto económico, los investigadores han estimado que la pérdida de días laborales por la temperatura tuvo un coste anual en España de más de 360 millones de euros, lo cual equivale al 0,03% del PIB del 2015; el calor moderado fue lo que más contribuyó a las pérdidas económicas.

Además, los efectos de la temperatura no se limitan sólo al día de la exposición, sino que se aprecia "un patrón de retraso observado", que puede estar a causa de la fatiga acumulada y a la deshidratación en días posteriores.

Diferencias entre sexos

El estudio ha detectado que las mujeres son más vulnerables al frío y los hombres en el calor, lo cual puede ser porque las mujeres tienen tasas de sudoración más bajas que los hombres en climas cálidos. Los investigadores del ISGlobal han detectado también que las personas trabajadoras más vulnerables al calor fueron las más jóvenes, posiblemente porque acostumbran a hacer un trabajo físicamente más exigente.

Algunas de las medidas preventivas que se pueden incorporar en las políticas de salud pública son la restricción del trabajo en las horas más frías y calurosas, hacer descansos, garantizar una hidratación adecuada y usar la ropa idónea para el trabajo a realizar.