Las bombillas halógenas no se podrán ni fabricar ni vender a partir de este 1 de septiembre de 2018, cuando entre en vigor una normativa europea que tiene como objetivo favorecer el uso de tecnologías LED más eficientes y sostenibles, una medida que ha sido acogida con satisfacción por parte de ecologistas y científicos en España.

La nueva normativa afecta a las bombillas halógenas clásicas que generalmente están hechas de cristal, emiten luz omnidireccional y tienen casquillo E27 o E14, así como también algunas bombillas no direccionales con casquillos G4 y GY6.35. No obstante, los distribuidores podrán vender los stocks almacenados hasta el fin de existencias.

En declaraciones en Europa Press, el responsable de Energía de Ecologistas en acción, Javier Andalús, ha indicado que la aprobación de esta medida implica "un gran paso". No obstante, aunque cree que es "una gran noticia", opina que en una vivienda la iluminación es un factor "pequeño" de consumo porque hay otros aparatos "más contaminantes" como grandes electrodomésticos o tener varios televisores. "Si coges la factura total de una casa, contamina más la lavadora o la calefacción que una bombilla", afirma.

Por eso, el responsable de Energia ha apuntado que una medida alternativa pasa por contar con propias fuentes renovables en cada hogar, como paneles solares "para reducir el impacto energético y el cambio climático".

Menos residuos y gasto energético

Por su parte, el investigador del CSIC en el Instituto de Microelectrónica de Barcelona, Xavier Perpiña, ha afirmado que los principales beneficios de este cambio están en el consumo y en el tiempo de vida. Así, ha explicado que, aunque el funcionamiento no es muy diferente a las incandescentes, el tipo de material que utilizan las LED es diferente, ya que tienen un gas halógeno en su interior, principalmente yodo o bromo, que permite que el desgaste del filamento sea muy menor.

También ha hecho alusión al tiempo de vida, mayor que la de las incandescentes, pero recuerda que todas ellas, independientemente de su tipo, generan residuos. En cualquier caso, ha puesto el foco en otras ventajas, como el menor consumo energético, el uso más eficiente de la energía o la reducción de generación de residuos.

Por el contrario, ha recordado que estas nuevas luces tienen un coste más elevado y que su proceso de reciclaje también comporta un gasto que no se recupera en su totalidad. Si bien no cree que el contenido que tiene de bromo o yodo sea lo bastante significativo como para contaminar en caso de una gestión inadecuada, no descarta que pudiera tener un impacto sobre el ozono.

A pesar de esta prohibición, según un estudio realizado por Ledvance, uno de cada dos consumidores en Europa desconoce esta prohibición y el 67% ignora cuáles son sus consecuencias. De hecho, hasta un tercio de los encuestados todavía incluye a sus listas de la compra viejas tecnologías de iluminación como bombillas halógenas (un 29 por ciento) o bombillas incandescentes (un 27 por ciento).

El adiós a las bombillas halógena implica un gran número de alternativas LED disponibles al mercado, el aspecto es similar al de las halógenas, pero más eficientes, según apostillan desde Ledvance.