En el FC Barcelona la tensión ha vuelto a aparecer donde menos se esperaba: en el lateral izquierdo. Y es que la figura de Alejandro Balde, uno de los jóvenes que debía liderar el futuro del club, ha acabado convertida en un foco de malestar en el vestuario. Su rendimiento de este inicio de año ha sido tan bajo que muchos dentro del equipo aseguran, sin rodeos, que su nivel actual es claramente el de un suplente.

Y es que lo que más molesta no es solo su bajón futbolístico, sino el hecho de que siga siendo titular cada fin de semana como si nada hubiera cambiado, como si su lugar estuviera reservado por decreto, sin importar lo que pase sobre el césped, donde está dejando mucho que desear.

El vestuario ve más fiable a Gerard Martín

De este modo, la opinión interna del vestuario es contundente: quien merece ser titular es Gerard Martín. El canterano está demostrando solidez, madurez, rigor y una seguridad defensiva que el equipo necesita desesperadamente. Su posicionamiento es mejor, sus lecturas defensivas son más claras y su concentración contrasta por completo con la fragilidad que está mostrando Alejandro Balde.

Alejandro Balde
Alejandro Balde

La realidad es que Balde está cometiendo errores que ya no se pueden justificar. Despistes graves, desajustes tácticos y una peligrosa tendencia a confiar demasiado en su velocidad para corregir situaciones que jamás deberían haberse producido. Todo eso ha acabado por cansar a un vestuario que siente que el equipo pierde equilibrio en cada partido por fallos evitables. Y es que, si todo se decidiera solo por rendimiento, la banda izquierda tendría dueño: Gerard Martín. Pero eso no está pasando.

El peso de su amistad con Lamine Yamal

Así pues, dentro del vestuario circula una explicación incómoda, pero cada vez más repetida: Alejandro Balde juega porque es el mejor amigo de Lamine Yamal. La relación entre ambos es estrechísima, casi inseparable, y muchos creen que esa conexión influye más de lo que debería en las decisiones que se toman desde el cuerpo técnico. El razonamiento es sencillo: Lamine es la joya del equipo, el futbolista que puede desequilibrarlo todo y que ya es fundamental pese a su edad. Y algunos dentro del vestuario están convencidos de que se intenta mantener a su alrededor un entorno cómodo, estable y emocionalmente seguro, aunque eso implique sacrificar meritocracia.

Una sensación que empieza a escocer entre los jugadores más veteranos, que consideran injusto que alguien que está rindiendo al nivel de un suplente siga teniendo minutos de titular sin haberlos ganado en el campo.Así pues, el Barça tiene por delante un problema serio: si no corrige esta situación, el malestar interno puede hacerse demasiado grande incluso para un vestuario acostumbrado a convivir con la presión constante del club.