El inexorable paso del tiempo no perdona. Ni a los más talentosos, ni a los que más trabajaban en la sombra. Ivan Rakitić era uno de estos segundos. A pesar de tener una gran calidad y una capacidad de golpeo fantástico con ambas piernas, el centrocampista croata no solo fue importante para el Barça por sus aportaciones con balón, sino por significar el equilibrio en uno de los mejores equipos de la historia.
Alguien se tenía que encargar de balancear a la MSN
Desde el verano de 2014 hasta el verano de 2017, en el Camp Nou se forjó una sociedad que será siempre recordada como el mejor tridente de la historia. Leo Messi, Neymar y Luis Suárez conformaban la conocida como MSN, una tripleta de atacantes que, por el don de uno, el talento y la imaginación del otro y la voracidad del último restante, era prácticamente omnipotentes.

En la gran mayoría de partidos, se dedicaban a buscarse el uno al otro para conseguir que todos ellos marcaran, como si del patio de la escuela se tratara. Pero de la misma manera que los engranajes estaban perfectamente engrasados en el frente ofensivo de un equipo que entonces dirigía Luis Enrique, por detrás, en la zona de la medular, alguien se tenía que encargar de balancear.
Rakitić era, generalmente, el futbolista más asociado a esta función. Es habitual otorgar este rol de cubrir campo a un futbolista de un perfil más físico y menos dotado técnicamente, pero el “4” de aquel Barça ni mucho menos lo era. Llegaba al fútbol español como un mediapunta más asociable al perfil de un “10” natural y, poco a poco, se fue adaptando a lo que se le pedía.

De Basilea a la conquista del mundo
Su excelente calidad y lectura del juego le llevaron del Basilea a la conquista del mundo con la camiseta del Barça. Después de surgir de la cantera del conjunto helvético, pasó por el Schalke 04, que le abrió las puertas del fútbol español, con su posterior aterrizaje en el Sevilla.
Tras seis prolíficas temporadas en el Barça, donde ganó un Mundial de Clubs, dos Supercopas de España, cuatro Copas del Rey, 4 Ligas y la Champions League, regresó a la capital andaluza para, finalmente, pasar por el fútbol saudí y recalar en el Hajduk Split de su Croacia natal. Ivan Rakitić ha escrito historia desde su debut hasta su retirada, llegando a jugar incluso la final de un Mundial con un país como Croacia, que ni siquiera llega a los 4 millones de habitantes. Todo, detrás de una personalidad humilde y entrañable y bajo un acento andaluz que será recordado por el resto de los tiempos, tanto en Sevilla como en la capital catalana.