La noche de fiesta ha empezado en el Pireo nada más terminar la castaña de partido que han ofrecido Barça y Olympiacos. Este es el gran resumen de un duelo de Champions League que se ha quedado a medias, en un podría ser que ha acabado en nada (0-0). El Barça no ha tenido ni iniciativa ni posibilidades de definir su clasificación para los octavos de final ante un Olympiacos, siempre con oficio, que ha hecho aburrir a los blaugrana.

El retorno de Ernesto Valverde a una de sus casas ha acabado con la alegría local. El empate es como una victoria para el Olympiacos, y el estadio Georgios Karaiskakis ha vibrado, como ya es habitual, con la supervivencia de los suyos contra la voluntad de Messi.

El Pireo impone

Con un planteamiento diferente, con un 4-4-2, el Barça se ha plantado con intenciones de superar a un Olympiacos siempre complicado en casa. Los más de 30.000 aficionados griegos han impuesto miedo, y no el clásico de Halloween, a un Barça que ha tenido dominio, pero que siempre ha sufrido con las contras rivales.

Las responsabilidades han estado más repartidas, con un once de contención y con una profundidad de bandas que no ha sido aprovechada por el Barça. El conjunto de Ernesto Valverde ha jugado por el medio, con un Messi muy necesario y único capaz de desequilibrar a la defensa griega. Como ya es normal, los galones del argentino han movido al Barça, pero el tono del partido ha estado controlado perfectamente por los impulsos locales.

La primera mitad ha tenido mucho oficio, pero pocas ocasiones claras. Las más destacadas, del '10', con un Messi centrocampista que dirige, arranca, combina y resuelve las jugadas. Al equipo blaugrana le ha costado mucho encontrar los espacios ante un Olympiacos muy bien cerrado, y que se ha acabado con unos primeros 45 minutos negros, con la lesión de Sergi Roberto por una rotura fibrilar en el muslo derecho.

Nadie soluciona

La impotencia de la primera mitad, por parte de las dos bandas, no ha variado en el segundo tiempo. Si el Barça tenía el balón y el Olympiacos estaba encerrado esperando su ocasión, no pasaba nada sobre el campo.

Ni el uno tenía ocasiones, ni el otro provocaba peligro. Sólo Messi cuando tenía espacios generaba alguna virtuosidad. Pero nada de nada. Luis Suárez se ha desquiciado ocasión tras ocasión y no ha habido recompensa para nadie en un partido que ha merecido el resultado final.

Ha sido un duelo para olvidar, que no ha tenido alicientes y que sólo los seguidores griegos, animados desde horas antes del partido, han participado de una fiesta sin goles. Después de la gran castaña vivida en el Pireo, la clasificación matemática se tendrá que celebrar en el Juventus Stadium en el próximo partido europeo.