Marta Bonache (Madrid, 1997) es sinónimo de superación. Tras superar un cáncer de linfoma de Hodgkin con 19 años, ha hecho del deporte, más concretamente del running y el trail, su estilo de vida, hasta el punto que ya ha podido completar las maratones de Madrid, Valencia, Berlín y Nueva York; tres ultramartones y subir algunas montañas emblemáticas como el Mont Blanc o el Kilimanjaro. Aprovechando que este domingo tres de diciembre Barcelona ha acogido la Carrera Contra el Cáncer, desde ElNacional.cat hemos querido conocer de cerca esta historia para reflexionar sobre la importancia del deporte en estos casos, entre otras muchas cosas.

Tu historia es de las que pone la piel de gallina. La gran mayoría de gente no la conoce, ¿podrías hacernos una radiografía general?
A los 19 años me diagnosticaron un linfoma de Hodgkin, que es básicamente un cáncer del sistema linfático. Estuve un año en tratamiento con quimioterapia y radioterapia, que son los dos tratamientos más conocidos para la cura del cáncer, y después de ese año me curé. Ahora tengo 26 años y ya llevo seis curada. Cada año me tengo que hacer la prueba para ver si sigo limpia o no. Y en cuanto al deporte... Siempre he sido un culo inquieto desde que era pequeña, pero es verdad que después de tener el cáncer me he puesto retos muy heavys. Lo que pienso después de esto es que en cualquier momento tienes que poner pausa a tu vida porque la vida te pone unos obstáculos. Entonces, si te quieres poner metas como cuando dices: "Algún día haré una maratón", es mejor que lo hagas ahora porque no sabes lo que te puede pasar. Esto es lo que a mí me ha pasado, ahora me pongo retos muy duros por este background que tengo con esta enfermedad. 

¿Tu amor por el deporte nace desde que eras pequeña?
Siempre he hecho deporte. Cuando era pequeña, los chicos eran los que me escogían a mí en los equipos del colegio porque era la niña que se le daba mejor el deporte, pero no hacía ninguno en particular. Es verdad que siempre he salido a correr un poco, jugaba a baloncesto, tenis... Hacía cosas, pero ningún deporte así en particular. Después de tener la enfermedad ya empiezas a trabajar, tener una rutina. Y entonces, lo más fácil es salir a correr, ir en bici o ir al gimnasio. Son cosas más individuales, más fáciles de hacer que deportes en equipo, en los que ya dependes de otros factores. 

¿El deporte también te acompañó durantes tus años luchando contra el cáncer?
En el momento del cáncer dejé de hacer deporte por un tema de salud, pues los médicos no veían muy claro si podía hacer mucho deporte o no. Me centré en estar tranquila, abandonando un poco el deporte. Creo que es algo que no estuvo muy bien. Si volviese atrás me hubiera gustado hacer más del que hice. Pero ahora para mí es ese momento de estar sola, conectar conmigo, algo que antes, por ejemplo, no tenía. Iba a mi bola. Ahora, en cambio, sé que por la mañana, cuando salgo a correr, es un momento en el que conecto conmigo. Antes de tener una enfermedad de este calibre, estás muy desconectado de ti. La enfermedad te ayuda mucho a conectarte contigo misma, y esta rutina de hacer deporte me ha ayudado a seguir teniendo esta conexión que tuve con la enfermedad. El cáncer y el deporte me han ayudado a seguir conectada conmigo.

¿Los médicos te siguen poniendo algún impedimiento para hacer deporte?
Ahora soy yo la que le pido a mi oncóloga que me firme los permisos para hacer ultramaratones. Ella es mi médico más cercana, con la que tengo más confianza y flipa. Me dice: "Te conozco desde que te diagnosticaron la enfermedad, he estado todo el tratamiento contigo, y ahora te apoyo para que hagas carreras tan fuertes". 

¿Tus padres también siempre te han apoyado en todo esto?
Sí, sí. Por ejemplo, la primera vez que les dije que me estaba planteando hacer una maratón, estaba completamente cagada, porque da miedo la primera vez que te presentas a una prueba de estas, pero mi madre me decía: "Entrenas un montón, ¿qué miedo tienes? Has superado cosas más duras. Esto es correr 42 kilómetros, has hecho cosas más fuertes en tu vida, como por ejemplo, superar un linfoma. Hacer una maratón no debería asustarte, puedes hacer muchas cosas". Siempre me han apoyado. Luego sí que es cierto que me he pasado el juego, dejando de hacer maratones y hago ahora carreras de 150 kilómetros y de 40 horas, y esto sí que preocupa un poco más a mis padres, que a veces me dicen que debería poner un poco el freno, pero la verdad es que siempre me apoyan. Además, ven que entreno, que tengo un entrenador, gente con conocimiento detrás y me apoyan todavía más. 

¿Tienes algún referente en el que te hayas inspirado para superar todos estos obstáculos?
No, la verdad es que no tengo a nadie que mire y diga: "Quiero ser como él". Creo que hay muchos referentes, que todos son distintos y que de todos puedes aprender, pero así como hay gente que tiene claro que, por ejemplo, tiene a Messi de referente, en mi mente no tengo a ninguno en el que pensar.

¿Cómo empezaste tu recorrido en este mundo?
La primera meta que me propuse fue hacer un medio Iroman, que es un triatlón que consiste en dos kilómetros nadando, 90 en bici y 21 corriendo, todo continuado. Esta fue la primera carrera a la que me apunté. El problema fue que, cuando lo hice, vino el COVID y me la aplazaron un año. Pero mientras, yo seguía entrenando, haciendo cosas. En los horarios que podíamos lo más fácil era salir a correr. Me hinché a correr y justo me di cuenta que, al fin de semana siguiente, estaba la maratón de Madrid y le dije a mi madre: "Creo que me apetecería hacerla". La hice, me fue genial, no tuve ningún problema. Todo fue muy bien y, a partir de ahí, empecé a probar también en montaña, que siempre me ha gustado mucho. Empecé con las carreras de trail, hice el medio Ironman, cuando me di cuenta que las de trail me gustaron, las fui alargando un poco hasta que ya he hecho la UTMB, que son un poco como las olimpiadas del trail, que solo vas si te clasificas y yo lo conseguí el año pasado; muchas carreras en Menorca de trail; la TRANSGRANCANARIA, una carrera de 126 kilómetros en Canarias; cuatro maratones de asfalto (Nueva York, Berlín, Madrid y Valencia). Y este año me ha apuntado a la Titán de Almería, una carrera por etapas en bicicleta de montaña.

Ya has comentado que el deporte te ha ayudado a superar mejor el proceso de superar el cáncer. ¿Crees que también ha sucedido a la inversa?
Sí, sí, seguro. Este año, cuando hice la UTMB, muchas veces pensaba: "Has estado peor, pasando por penurias más duras que las que estás pasando ahora, y has sacado un lado positivo. Ahora estás aquí en la montaña, porque tú quieres, porque te has apuntado y disfrútalo que es algo tuyo. Creo que me ha ayudado mucho a ponerme estas metas. Cuando nos ponemos metas así los deportistas, muchas veces son solitarias y a mí algo que me ha enseñado el cáncer es de compartir y estar con gente. Al final esto es lo que te llevas. Yo ahora con el deporte comparto mucho. De hecho, a mis carreras siempre invito a gente para que lo vivan conmigo. Yo compartí mi enfermedad con mucha gente y también me gusta compartir mis metas con la gente que está alrededor mío en el día a día. 

¿La carrera más especial que has corrido?
La UTMB de este año, sin duda alguna. Estuve 40 horas, te da mucho tiempo a darle al 'coco'. Y aparte de eso, tuve la gran suerte que nunca antes había juntado a tantos amigos míos en una carrera. Tenía muchos amigos en distintos puntos, con lo cual, fue muy guay. Ha sido la carrera que más me ha hecho conocerme a mí y acordarme de estos pensamientos de cuando estaba enferma. 

Cuéntanos cuáles son algunos de estos pensamientos...
Primero, el que suele tener mucha gente es el de decir: "¿Qué hago aquí?". Estuve 40 horas con nieve, lluvia, condiciones horribles, la gente se retiraba y yo seguía tirando del carro. Pensaba si era necesario estar aquí. Luego también me vino a la cabeza el pensamiento de retirarme, que nunca me había pasado, siempre había terminado mis carreras contenta, sin dolor... En esta no podía correr ni 100 metros más. También piensas en todo lo que has entrenado y en los 20 amigos tuyos que han venido para verme cruzar la línea de meta. Además, hay horas en las que no estás pensando. Creo que es lo guay del deporte, hay momentos que estás como meditando, fuera de la realidad y de la rutina de tu día a día. Esto también es una parte muy chula del deporte.

Este domingo se ha celebrado en Barcelona la Carrera Contra el Cáncer. ¿Cómo encaras esta cita? 
Tengo solo la expectativa de pasarlo con gente y con el ambiente que genera esta carrera. No tengo ninguna meta más que ir a correrla con amigos que vienen conmigo. La corrí ya el año pasado y este año me parece que tiene una iniciativa muy guay que es que en el dorsal tiene la persona por la que vas a correr. He animado a muchos amigos a que vengan y que pasaron esta enfermedad conmigo y que en el dorsal pondrán "corro por Marta". Esto me hace mucha ilusión. No es ir a ver si termino los 10 kilómetros en tantos minutos. Es más correr con mis amigos, con gente que no corre tanto, a los que animo a compartir el deporte con el que estoy todo el día dando la chapa. Como una festividad y pasar la mañana del domingo acompañada de gente y haciendo lo que más me gusta: correr. 

¿Barcelona es especial para ti?
Sí, la verdad es que sí. Aquí es donde me diagnosticaron esta enfermedad, donde yo he estudiado, donde he pasado toda esta enfermedad, donde están mis amigos que vivieron este proceso conmigo. Por lo tanto, que sea aquí tiene una mayor relevancia que sea en otra ciudad. 

¿Qué tienen de especial estas carreras?
Es importante porque muchas veces vemos la palabra 'cáncer', o la gente que tiene esta enfermedad como algo negativo y triste, pero creo que el domingo se trata de lanzar el mensaje de que no todo es así, que la gente que tiene esta enfermedad también sale adelante, que hay un equipo muy fuerte apoyándolos, y que se sale. Obviamente, no en todos los casos, pero un porcentaje muy alto de la gente que está diagnosticada puede salir adelante, teniendo una vida totalmente normal después. Hay una comunidad y una asociación como la del Cáncer que, cuando estaba enferma, no la conocía, que tiene este tipo de iniciativas para los enfermos. 

¿Qué metas más te propones de cara al futuro?
Subir montañas es uno de mis objetivos. Una de las cosas que más me gustaría hacer en el mundo es subir un 8.000 de aquí a unos años. Ir haciendo las montañas que he hecho son un entrenamiento para algún día hacerlo. Son experiencias muy guais porque estás varios días acampando, sin cobertura, con poco acceso a internet. Estás con la gente que está haciendo la expedición contigo y con la montaña, y luego ya cuando subes es como cuando cruzas la línea de meta. Piensas: "Lo he conseguido, lo he tachado de la lista". Luego, desde arriba, a mí que me encantan las vistas, ves la panorámica de todo un paisaje increíble. 

¿Entrenas de forma específica para ello?
Para subir una de estas montañas no me entreno específicamente. Entreno mucho de por sí. No me supone un esfuerzo extra. Sí que para una ultramaratón o una prueba de bici son muchas horas durante la semana de entrenamiento, comer bien, descansar, dormir bien... El fin de semana, que de normal son los días de descanso, para mí son los de más entrenamiento, porque no trabajo, es cuando más tiempo puedo dedicarlo al deporte. 

Destácanos alguna anécdota  de alguna de tus carreras. Seguro que hay mil...
Claro. Por ejemplo, en mí primer triatlón, yo corro mucho y hago mucha bici, pero el nadar no me gusta nada. Y claro, un triatlón consiste en los tres deportes y la natación es lo primero. Recuerdo que cuando hice mi primer medio Ironman no me había puesto nunca el neopreno. Mis padres sabían que nunca había entrenado natación, creían que la bici y correr me iba a ir muy bien porque estaba todo el día haciendo esto, pero con la natación estaban preocupados. Yo, en cambio, no sé por qué, estaba muy tranquila. Me puse el neopreno sin saber ni como hacerlo, mi madre me estaba cerrando la cremallera, me tiré a nadar y al parecer mis padres tenían un agobio terrible porque el GPS en el agua no funciona. Mis padres siempre me cuentan que ese fue su mayor agobio porque con mi inocencia me metí a nadar con una manada de gente y que su momento más feliz fue cuando salí del agua. Se pensaban que me iba a ahogar. 

Por último, para cerrar la entrevista. ¿Un mensaje para aquellas personas que sufren una situación a la que superaste hace unos años?
Considero que el mensaje más importante es el de intentar seguir tu vida como lo harías sin la enfermedad. Recuerdo que a mí me diagnosticaron el cáncer en junio, y el médico me dijo: "En septiembre ya veremos si vuelves a la Universidad o no". Y yo pensaba, si no vuelvo a la Universidad y me veo en mi casa, sola, todos mis amigos avanzando, yo quedándome atrás... Yo tenía claro que iba a intentar seguir yendo a clase. La verdad es que, ir a clase, estar cansada, no sentirme como una enferma, en definitiva, me ayudaba mucho a estar mentalmente fuerte y a decir: "Sé que lo tengo, pero puedo seguir mi día a día, tengo este hándicap, pero no quiero que la gente me vea como la niña que tiene cáncer, quiero que me vean como Marta Bonache, que tengo esto, pero como si fuera un catarro." Mantener la mente ocupada creo que es muy importante porque si estás en tu casa, pensando siempre: "Estoy enferma, tengo esto...". Solo aportas pensamientos negativos que no te van a aportar nada bueno. Mantenerte ocupado de la manera que sea. Para mí eso fue muy importante para no sentirme de menos de lo que ya era antes.