El Barça se ha llevado un resultado espectacular del Teatro de los Sueños, pero lo cierto es que las cosas podrían haber sido muy distintas si Marcus Rashford hubiera tenido un poco más de puntería. Es evidente que no se puede pretender visitar Old Trafford y no sufrir, pero el Barça hombre por hombre es infinitamente superior al United y, como mínimo, no debería renunciar a tener la posesión de la pelota.

En Manchester, los de Ernesto Valverde han chocado con un equipo defensivo que se ha presentado con una línea de cinco detrás, pero poco a poco -y quizás por el hecho de haber marcado- el Barça ha cedido la iniciativa a los de Solskjaer. Sólo la entrada de Sergi Roberto en los últimos minutos de partido ha dado aire a los blaugrana, que no han sabido rematar el trabajo.

Es hora de asumir que el Barça ha cambiado. El equipo que todos tenemos en la cabeza y recordamos con nostalgia sometía a los adversarios a base de pases y control total del juego, pero con Valverde las cosas son bien distintas. Legítimas, efectivas, pero distintas. Tal como pasó en el Santiago Bernabéu en la semifinal de Copa del Rey y en el último Clásico de Liga, el Barça ha aprendido a convivir con el peligro.

En Madrid futbolistas como Gareth Bale o Vinícius Júnior descubrieron la nueva habilidad del Barça: no tiene miedo de sufrir. Ter Stegen, Lenglet y sobre todo Gerard Piqué se han convertido en un seguro que desespera al rival a base de fiabilidad. En Manchester ha pasado lo mismo. El equipo ha sabido sufrir y se ha llevado un gran resultado a Barcelona. La pregunta que hay que hacerse, sin embargo, es si esta resistencia será eterna.