Es lo que tienen los delanteros. Que viven del gol. Para lo bueno y para lo malo. Robert Lewandowski no ha tenido una noche brillante, ni siquiera ha sido lo influyente en el juego que Xavi Hernández quiere que su '9' lo sea, pero la defensa del Nápoles sí que le ha comprado la amenaza. Xavi quiere que la presencia del polaco hunda a la pareja de centrales y le genere espacios por dentro para que los Gündogan, Pedri y compañía puedan ser decisivos.

Por tramos, el alemán ha podido serlo, estando especialmente inspirado en una primera mitad en la que parecía que su clarividencia estaba muy por encima de la del resto. Pedri, por su parte, ha sido mucho menos influyente con balón, pero evidentemente más trascendental, enhebrando la aguja y propiciando que Lewandowski hiciera el resto en el 60'.

Lewandowski gol Napoles Barça EFE
Robert Lewandowski y Jules Kounde, celebrando el primer gol durante el Nápoles-Barça EFE

Victor Osimhen, tres cuartos de lo mismo

Y si bien Lewandowski ha sido directamente influyente en el partido a través de su único remate de peligro hasta el momento del gol, con Victor Osimhen, tres cuartos de lo mismo. Tanto el nigeriano como Kvaratskhelia han sido dos grandes noticias del partido para el Barça. Primeramente, porque son los dos argumentos principales del conjunto italiano contal de escribir su nombre en los cuartos de final.

No obstante, la clave de sus desconexiones han sido Jules Kounde y Ronald Araujo, mostrándose ambos con la contundencia en los duelos que requiere un partido de este calibre. Porque el Barça se tiene que olvidar de remordimientos y de ruidos y recordar que, si se ganan duelos, hay mucho ganado. En este sentido, ha sido sobre todo Araujo el que más seguridad ha vuelto a transmitir. Vuelto, pero vuleto desde la pasada temporada, porque el uruguayo ya hacía partidos que necesitaba reencontrarse con su mejor versión y, en paralelo, también Xavi y el equipo.

Araujo Osimhen Nápoles Barça / Foto: EFE
Araujo I Osimhen, luchando durante el Nápoles-Barça / Foto: EFE

Y es que buena parte de la guerra pasa por la batalla Araujo-Osimhen, dos fuerzas de la naturaleza que, cuando han medido fuerzas, prácticamente siempre ha ganado la que lleva el '4' a la espalda. Con todo, Osimhen, como Lewandowski, sin tener un gran partido, ha hecho lo que tenía que hacer: marcar. El africano en el 75' le ha dado sentido a la parte buena de la locución vivir del gol. Sin hacer mucho, incluso golpeando mordido y deshaciéndose de Iñigo Martínez en el cuerpo a cuerpo prácticamente por intuición, ha marcado el gol del empate en el único disparo a puerta de los locales.

Lewandowski, llamado para estas noches

A juzgar por las sensaciones previas al partido, cualquier culé habría firmado el empate a domicilio, pero parece evidente que el sabor del resultado en tablas es agridulce. No obstante, las estadísticas dicen que, cuando Robert Lewandowski se ve las caras con un equipo italiano, siempre ve portería. Ahora hace falta que en Montjuïc el polaco dé continuidad a la racha goleadora que ha forjado en los últimos partidos y que los duelos y la agresividad vuelvan a estar al nivel de esta noche.