Gavi ha vuelto. Y lo ha hecho con fuerza. En esta pretemporada, el centrocampista andaluz está dejando claro que está en plena forma tras una temporada complicada por las lesiones y la falta de continuidad. Pero más allá de lo que muestra en el campo, su regreso ha provocado una ola de entusiasmo en el vestuario, donde sus compañeros lo ven como un jugador indispensable.
Varios pesos pesados del equipo, incluido Lamine Yamal, coinciden en lo mismo: Gavi tiene que estar en el once. Su intensidad, su presión, su energía y su carácter competitivo contagian al equipo en cada minuto que está sobre el césped. Es un futbolista que cambia el ritmo de los partidos, que rompe esquemas y que empuja al resto con su actitud innegociable.

El dilema de Flick
El problema, sin embargo, es que no hay hueco para todos. Hansi Flick tiene una plantilla muy profunda en el centro del campo. Frenkie de Jong, Pedri, Fermín López, Dani Olmo, Marc Casadó… todos quieren minutos. Y Gavi, que llega lanzado y con el apoyo del vestuario, obliga al técnico a replantearse su esquema.
Si Flick apuesta por un 4-3-3 clásico, tendrá que dejar a dos centrocampistas fuera del once cada jornada. Si decide usar un sistema más ofensivo, como el 4-2-3-1, Gavi puede tener un sitio como interior o incluso como segundo mediocentro, aunque eso lo obligaría a sacrificar a un perfil más posicional como De Jong o Casadó. ¿Quién se queda fuera? Esa es la pregunta que empieza a planear sobre el cuerpo técnico.
Un futbolista especial
Más allá de lo táctico, lo de Gavi es algo emocional. Tiene ese carácter que engancha a los aficionados y a sus compañeros. Ya se le empieza a ver como un líder natural dentro del campo, a pesar de su juventud. Su compromiso con el escudo es total, y eso genera una especie de protección colectiva hacia él: todos lo quieren en el campo, aunque eso signifique que otro se quede en el banquillo.

Un ‘problema’ que no lo es tanto
Para Flick, tener a tantos jugadores en buen nivel es, en realidad, una buena noticia. La temporada será larga, con muchas competiciones y una carga de partidos elevada. Pero es cierto que casos como el de Gavi plantean decisiones difíciles, porque hay futbolistas que, por más que uno intente rotar o equilibrar, siempre parecen merecer un sitio fijo. Y Gavi es uno de ellos.