Puede que Marc López Tarrés rompa en llanto cuando vea que la última bola lo convertirá en medalla de oro de los Juegos Olímpicos de Río. Un sueño. Un colofón enorme a su carrera. Una felicidad que hubiera querido compartir con su padre.

Puede que salte, grite, llore, bese a Rafa Nadal, se revuelque en la pista como lo hizo el día que aseguró ese éxito, sin importarle que fuera de oro o plata. Puede que levante su brazos y tire besos al cielo enviándoselos a su padre, Eduard, fallecido hace pocos años tras una larga enfermedad, o que busque a su madre, Pilar, para besarla, para abrazarla, para brindarle el triunfo, para decirle esta medalla es tuya, para contarle que para él ese trofeo es un Grand Slam, para sentir que ese preciado metal vale igual que ser número uno del mundo, que supera el ganar un sinnúmero de títulos, para decirle "mamá, gracias por parirme".

Dedicado a papá y mamá

Para repetir aquellas palabras que le dijo poco después de ganar su primer partido en individual del Trofeo Godó, en las pistas del Tenis Barcelona, su club, cuando fue a verla al hospital donde le dijeron que fuera de urgencia: "Fui a ver a mi madre y me encontré que le faltaba una pierna".

Así fue. Pilar quería ir a Port Aventura y perdió la pierna en la estación de Sants porque la atropelló el metro.

Esta medalla de Marc tiene un sabor dulce, sabe a felicidad. La ha conseguido con su amigo Rafa Nadal, el más grande tenista que ha conocido este deporte en España. Por el que se desvive, y con el que encuentra toda la confianza del mundo.

Recién casado, Marc conoce a sus 34 años la felicidad en el tenis, aunque él sabe que se ha ganado el cariño de todo el mundo en este deporte por su simpatía y por ser un luchador y quizás también por su sonrisa contagiosa. Quizás porque nunca se ha rendido hasta llegar a ser un medallista olímpico. Quizás porque hoy sentirá que su padre sonríe en el cielo y su mami Pilar se sentirá contenta, feliz y enormemente orgullosa.

Es la historia de la medalla de Marc López, un culé convencido. Es su Champions. Su merecida Champions. La de un doblista que siempre soñó con hacer algo grande. Con ser medallista olímpico y, además, con Rafa Nadal, su amigo.