Kevin Durant ha reiterado en varias ocasiones su deseo de vestir algún día la camiseta del FC Barcelona de baloncesto, pero las posibilidades de que esto ocurra a corto o medio plazo son prácticamente nulas. El contexto contractual del jugador, sus condiciones físicas y la actual situación económica del club blaugrana hacen que este sueño compartido parezca, por ahora, más una declaración romántica que un plan viable.
Actualmente, Durant está vinculado a los Houston Rockets hasta junio de 2026. A sus 37 años, y pese a un evidente declive físico, el jugador mantiene una relevancia capital en la NBA. Tanto es así que la franquicia texana ya está valorando una extensión de contrato por dos años y 122 millones de dólares, según ha informado el periodista especializado Jake Fischer. Esto situaría al alero hasta la temporada 2027-2028 en la mejor liga del mundo, justo cuando se prevé que se inaugure el nuevo Palau Blaugrana.

Un fichaje mediático, pero financieramente inviable
Aunque Durant llegara a los 39 años con la idea firme de cumplir su viejo anhelo, el Barça se encuentra en un escenario muy poco propicio para operaciones de este calibre. Desde el retorno de Joan Laporta a la presidencia, las secciones del club han sufrido ajustes presupuestarios severos, especialmente en el baloncesto, con una política clara de contención salarial. La economía de la entidad está ligada al rendimiento del primer equipo de fútbol, lo cual ha empujado a recortar gastos estructurales.
El coste de incorporar a Durant, incluso en una etapa crepuscular de su carrera, sería desproporcionado. Fuentes cercanas al entorno de la Euroliga apuntan que ningún jugador en Europa supera los 4 millones netos anuales. KD, en cambio, exigiría una cifra superior a los 5 millones de euros por temporada, no solo por su nombre, sino también por querer ser el jugador mejor pagado del continente. A día de hoy, ese esfuerzo económico no se contempla en los despachos del club.

El anhelo de Durant y el simbolismo del nuevo Palau
Lo simbólico de ver a Durant inaugurando el nuevo Palau Blaugrana en 2028 puede calar en el imaginario de los aficionados culés, pero dependerá de muchas variables. Primero, que el jugador mantenga la motivación competitiva en ese momento; segundo, que su físico le permita seguir al más alto nivel; y tercero, que el Barça haya saneado sus cuentas lo suficiente como para afrontar un fichaje de este calibre.
Por ahora, el caso Durant parece una utopía romántica más que una operación estructurada. El club está enfocado en construir un equipo competitivo dentro de los márgenes financieros razonables, y añadir una estrella mundial solo por impacto mediático no encaja en el actual proyecto.
El fichaje de Kevin Durant por el Barça sigue siendo un deseo lejano, limitado por el contexto económico y contractual del jugador. El baloncesto europeo tendrá que esperar, si es que llega, para ver a una de las leyendas de la NBA en el Palau.