El Girona gana el sexto partido consecutivo en Montilivi, suma 43 puntos y conquista -temporalmente- la sexta posición de la Liga, que da acceso a la Europa League. Los goles de Christian Stuani y Juanpe son suficientes para superar al Deportivo de la Coruña y alargar la racha de un equipo que no sabe dónde tiene el techo a diez jornadas para el final (2-0).

Lo que funciona no se toca

Es normal que el Girona quiera que Pablo Machín renueve su contrato. La fórmula del éxito gerundense se escribe 3-5-2, el sistema innegociable del técnico soriano, y se pronuncia 'humildad'. El equipo, a pesar de tener la permanencia en el bolsillo -el gran objetivo de la temporada-, no ha cambiado nada. Mismas caras. Mismo resultado.

La visita del Deportivo escapaba de los flashes, pero suponía tres puntos vitales en el sprint final hacia Europa. El Girona se ha ganado a pulso la licencia para imaginarse desfilando por estadios como San Siro o el Signal Iduna Park. Montilivi era consciente de la trascendencia del viernes y plantaba cara al frío para empujar a su equipo.

Con el apoyo de la afición, el Girona ha reforzado la sensación de invencible que lo acompaña durante las últimas jornadas. A pesar de no tener el brillo de otros días, el equipo tiene muy claras sus limitaciones y eso lo hace todavía más fuerte. No inventa y explota las certezas. Como el balón parado.

Los gerundenses salen a la calle y tropiezan con un trébol de cuatro hojas. Todo les sale de cara. Un centro lateral de Alex Granell ha desnivelado la balanza. Bernardo ha rematado de cabeza y Stuani ha vuelto a exhibir el don de la ubicuidad. Siempre está cuando se le necesita. Esta vez, para cazar un rechazo dentro del área. Decimoquinto gol del delantero uruguayo. Una mina de oro de 31 años.

Un equipo grande

El Deportivo es un equipo atenazado. Duda de todo y no cree en nada. Clarence Seedorf no consigue revertir la situación de una plantilla que cada día está más cerca de Segunda División. Los gallegos tienen muchas dificultades para generar ocasiones claras de gol. Y cuando lo hacen, la suerte les gira la espalda. Hoy, la fortuna se ha disfrazado de Bono, portero del Girona, que ha desactivado cualquier intento de rebelión, tal y como hizo en Villarreal.

Parecía que los dos equipos intercambiaban los papeles en la segunda parte, pero ha sido un espejismo. La pizarra de Machín ha trazado otro gol después de dos avisos. Una falta directa, un córner y una falta lateral. A la tercera va a la vencida. Granell ha colocado una pelota en el corazón del área para encontrar la cabeza de un Juanpe que se ha limitado a desviarla.

Los detalles marcaban a fuego el 2-0. El Girona desprendía el respeto que sólo emanan los equipos grandes, los que se saben superiores y creen ciegamente en sus posibilidades. Las urgencias del Deportivo, que no gana desde el 9 de diciembre, han dibujado un partido con muchos más espacios. Portu corría a su aire y buscaba el tercer gol para redondear la fiesta. No lo ha conseguido, pero el equipo ha escuchado el silbato final sin poder recriminarse nada. Al contrario, lo ha hecho con una sonrisa de oreja a oreja para seguir alimentando una temporada histórica. El Real Madrid ya espera en el Santiago Bernabéu.