Objetivo conseguido. El Girona ha hecho realidad el sueño del ascenso después de empatar a 0 contra el Zaragoza y la próxima temporada jugará en la Primera División. Los de Pablo Machín culminan de la mejor manera un año por enmarcar que ha puesto fin a mucho tiempo de lucha.

Montilivi no se rinde y, por fin, deja de llorar. Del gol de Kenan Kodro que certificaba el ascenso del Osasuna la temporada pasada a la remontada del Zaragoza el curso anterior en una promoción a la cual el Lugo envió a los gerundenses en el tiempo de añadido: durante las últimas temporadas, los aficionados gerundenses se han despertado del sueño de la forma más cruel, pero este año no estaban dispuestos a renunciar a Primera.

No se ha negociado la persistencia y, con ella, no se ha aceptado otro final que el de pisar la máxima competición española por primera vez después de 86 años de historia.

Pacto de no agresión

El tópico dice que a la tercera va la vencida y el Girona se ha cogido a él con fuerza. "Este año, sí", como decían en la capital del Gironès. Y más teniendo en cuenta que tanto los catalanes como el Zaragoza tenían suficiente con un punto por alcanzar sus respectivos objetivos. "Cuando a dos partes les conviene un resultado, lo más normal es que éste se produzca", se sinceró Machín en la previa del partido.

No había que desperdiciar el punto que la Federación regala en caso de que el marcador no se mueva durante los 90 minutos de partido y los dos equipos lo tenían claro. Ritmo de partido bajo, posesiones de pelota largas mediante lentas circulaciones entre los centrales y dominios de pelota estériles. Hoy, la falta de profundidad general era un bien más que preciado; que no pasara nada más de que el tiempo era síntoma de que todo iba bien.

Las estadísticas al final de la primera mitad lo decían todo: ni disparos entre los tres palos, ni tarjetas amarillas ni servicios de córner. Manuel Lanzarote y Marcelo Silva lo han probado de lejos con dos remates que han ido muy por encima de la portería de Bounou en las que han sido las únicas aproximaciones al área rival de los primeros 45 minutos. Un empate a nada que lo daba todo.

Dulce trámite

La reanudación no ha modificado el guion del partido. Sin ocasiones peligrosas ni voluntad de cambiar las cosas; y con muchas interrupciones por supuestos problemas físicos que han seguido arañando minutos. Necesitados de estímulos, los aficionados del Girona han tenido que dejar de lado el silencio para dar paso a cánticos y hacer más amena la espera.

Toda la ciudad de Girona esperaba con ganas los tres silbatos del árbitro que indicaran el final del partido. Un encuentro más que anecdótico a nivel futbolístico para terminar de hacer los deberes que nadie recordará por lo que ha pasado sobre el césped pero que tampoco podrá olvidar por lo que ha significado para la historia del club.

Final feliz

Unos han tocado la gloria y los otros han evitado jugar con fuego. El camino a la Liga Santander ha sido rocoso y ha presentado muchos obstáculos, pero ha tenido un dulce final. Allí se ha encontrado al Levante y juntos esperarán el tercer equipo que suba a la máxima división estatal. El play-off de promoción dictará sentencia.

Los mejores jugadores del mundo visitarán Montilivi y allí se encontrarán el mismo equipo orgulloso que no ha decaído a pesar de los duros golpes que se ha llevado. Punto y final a una temporada de ensueño, primer capítulo de una historia que promete emociones. Después de muchos años de espera, la Primera División recibe el Girona con los brazos abiertos.