El ambiente en Filadelfia está más tenso que nunca. El otrora imparable Joel Embiid, MVP hace apenas tres temporadas, se ha convertido en el blanco de todas las críticas tras un inicio de curso que ha dejado helados incluso a los más fieles seguidores de los 76ers. En el primer partido de la temporada 2025-26, el pívot camerunés lució irreconocible: 1 de 9 en tiros de campo, 0 de 4 en triples, apenas 4 puntos y un -16 en 20 minutos que hicieron saltar las alarmas.

Su rendimiento fue tan bajo que las redes sociales estallaron. La consigna fue clara: “Nick Nurse, dale el mando a Maxey y sienta a Embiid”. Los aficionados aseguran que el equipo juega mejor sin su estrella que con ella, un comentario impensable hace apenas tres años, cuando Embiid dominaba la pintura de la NBA a placer.

Embiid
Embiid

El declive de un gigante: la preocupante forma física de Embiid

El problema va más allá del acierto en el tiro. Lo que preocupa a la franquicia es que Embiid apenas puede saltar, un detalle devastador para un jugador cuya carrera se ha construido sobre su potencia física y capacidad para intimidar en la pintura. En varias jugadas del estreno, se le vio trotando con dificultad, incapaz de reaccionar defensivamente y siendo superado por rivales mucho más livianos.

Las imágenes de Xavier Tillman bloqueando un tiro lento y sin fuerza de Embiid se han vuelto virales, símbolo de un ocaso que muchos temen irreversible. Detrás de esa torpeza hay un historial médico aterrador: tres cirugías en el menisco izquierdo, una fractura orbital en el ojo izquierdo y un desgarro en el ligamento colateral radial en su mano izquierda, además de haber jugado solo 19 partidos la temporada pasada. Un gigante de casi 130 kilos y 2,13 metros que parece estar perdiendo la batalla contra su propio cuerpo.

Embiid
Embiid

Nick Nurse, entre la lealtad y la presión de la grada

El entrenador de los Sixers, Nick Nurse, intenta mantener la calma. En declaraciones tras el partido, defendió a su jugador estrella: “Estoy contento de que esté en la cancha. Creo que aún tiene algo de óxido. Pero creo que se movió bien y tomó buenas decisiones”, aseguró con un tono que sonó más a excusa que a convicción. Pero la realidad es que la paciencia en Filadelfia se agota. Los números no mienten, y el impacto de Embiid en la cancha ya no es positivo. Mientras tanto, Tyrese Maxey, en pleno auge, firmó una actuación de 40 puntos y fue el héroe de la remontada ante un rival que parecía tener el control. Su energía y determinación contrastaron con la pasividad del pívot, y la afición lo sabe. En la mente de todos está la misma pregunta: ¿ha llegado el momento de un cambio generacional en los Sixers?

El público de Filadelfia es exigente, pero también visionario. Quieren ver a Maxey con las llaves del equipo y al rookie Edgecombe tomando protagonismo. Ambos aportan velocidad, hambre y frescura, justo lo que Embiid ya no puede ofrecer. Los aficionados no solo piden una rotación distinta: claman por un nuevo liderazgo en el vestuario. La victoria por 116-117 fue un bálsamo momentáneo, pero también una prueba irrefutable de que el equipo fluye mejor sin la dependencia del pívot camerunés. Lo que antes era impensable, hoy parece inevitable: los Sixers pueden ganar sin Embiid.