El Barça presentó este miércoles al comisionado y el manifiesto del 124º aniversario del club, que tendrá lugar durante la próxima temporada (si todo va bien, en un Spotify Camp Nou prácticamente terminado). Coincidiendo con el día de la fundación del ente por Joan Gamper, el Auditori 1899 se llenó de amigos, conocidos y saludados culés, así como de antiguos referentes de todas las secciones del Barça; vimos a Juan Antonio San Epifanio, Audie Norris, Nacho Solozábal, Enric Masip, Juan Manuel Asensi, Rafa Márquez y Gabriel Cairo, entre otros. Pero el protagonismo de esta presentación recayó en el comisionado de la efeméride —el politólogo, escritor y sobre todo conocido por ser el alma de Mishima, David Carabén— y en el presidente Jan Laporta, que no defraudó las expectativas de toda la parroquia.

No me extraña que la junta directiva del Barça decidiera el comisionado de David en Montserrat, porque la Moreneta les inspiró una decisión acertadísima. Aparte de ser hijo de su padre y de encarnar la santa continuidad de la afición barcelonista (Armand Carabén fue gerente del club bajo la presidencia de Agustí Montal, artífice de la llegada de Johan Cruyff al Barça y organizador del septuagésimoquinto aniversario del club), David tiene la historia de la entidad en la cabeza, como demostró en los excelentes programas Recorda míster L’habitació dels miralls de Barça TV. Aparte de eso, gasta una pluma de oro, manifestada en algunos de los mejores versos de nuestra poesía contemporánea ("Qui n’ha begut, en tindrà set tota la vida"), siempre presente en un manifiesto que fue una auténtica gozada escuchar.

La idea básica de la proclama de David resulta una obviedad casi científica; ser del Barça es prácticamente igual a ser catalán. Somos tozudos y currantes, como certifica citando un fragmento de Notícia de Catalunya de Vicens Vives: "Esencialmente, los catalanes hemos sufrido y sufrimos si no podemos trabajar, si no se nos dan las posibilidades de aplicar al máximo nuestra capacidad laborable". También invoca nuestro carácter combativo en la frase más célebre que se ha dicho sobre el Barça, después del "más que un club": decía Vázquez Montalbán que el equipo es "el ejército desarmado de Catalunya". Contra la tentación excluyente, Carabén recuerda los orígenes nacionales diversos de la entidad: "Somos un club fundado por un delantero suizo, Joan Gamper, con dos compatriotas suyos, dos ingleses, un alemán, un aragonés y cinco catalanes".

Ser del Barça es lo mejor que hay... pero, muchas veces, entre todos lo convertimos en una tortura, como pasa con la catalanidad

La historia del Barça, insisto, David la domina muy bien y es así como recuerda los orígenes de nuestro estilo de mantener el balón y jugar al toque como norma insobornable: "Desde muy pronto, ya antes de 1919, con la aportación del propio Gamper, jugadores escoceses como Pattullo o Steel, o más adelante el trabajo de entrenadores como Greenwell, Poszonyi o Spouncer, el Barça apostó por el combination game, también llamado passing game. En comparación con la escuela inglesa, más heredera directa del rugby, la escocesa prefería el pase corto y en diagonal, al disparo largo y vertical hacia adelante". Sí a todo, escuche. Evidentemente, sobre esta metafísica del juego culé empieza a olerse el espíritu de Johan Cruyff. Solo al oír su nombre, el presidente Laporta se atraganta de emoción.

Hecha la homilía, el presidente toma la palabra, consciente de que a la hora de animar las masas no tiene rival (hoy en día no hay un solo político en Catalunya que posea una décima parte de su carisma, y así nos va). Micrófono en boca, Laporta reparte orgullo de ser culé como un Rey Mago que va lanzando caramelitos a los chiquillos, y resume su filosofía futbolera (y de vida) regalándonos el titular de la crónica: "Ser del Barça es divertido... es un sufrimiento divertido". Vas directo a la antología de frases barcelonistas, presi. En efecto, ser del Barça es lo mejor que hay... pero, muchas veces, entre todos lo convertimos en una tortura, como pasa con la catalanidad. El discurso es alegre y bonito, pero vuelve a esconder el llanto cuando dignifica una institución que, a buen seguro, llegará a los doscientos cincuenta años: "Somos unos privilegiados".

Los dos protagonistas del acto revelan el logo de la efeméride (una bella remodelación del escudo del Barça con un 125 en forma de pelota hecha por el Estudi Morillas) y los presentes procedemos a entonar la nueva versión del Cant del Barça interpretada por la Orquestra Simfònica del Vallès, el Orfeó Català y su Cor Jove. Nos quedan todavía muchos años de disfrutar sufriendo, de no perder la pelota y de jugar al toque corto. Eso es innegociable. Faltaría más.