Ernesto Valverde está inmerso en la segunda pretemporada con el primer equipo del Barça. El entrenador manchego, en sólo un año, ya ha podido comprobar qué significa ocupar un cargo examinado con lupa. Valverde, en su retorno al trabajo, ha evidenciado un cambio físico que en su día ya experimentaron Luis Enrique Martínez y Pep Guardiola.

El banquillo del Barça quema y desgasta. Por eso no hay ningún entrenador que se vea trabajando muchos años en el Camp Nou. Episodios como los de Alex Ferguson en el Manchester United o de Arsene Wenger en el Arsenal son imposibles de imaginar en Barcelona. Las críticas, muchas veces centradas en la figura del entrenador, existen en las victorias y se agudizan en las derrotas. Las tareas del entrenador del Barça no se limitan a las líneas de un terreno de juego. Y es que tiene que hacer de portavoz del club ante los medios cada semana durante nueve meses.

Valverde, en menos de un año y después de dos títulos, ha visto cómo sus pelos blancos se multiplicaba. Su primera temporada empezó con el adiós de Neymar y la derrota en la Supercopa de España contra el Madrid. Una combinación que situó al equipo en el centro de la diana. Después, con mucha inteligencia y mano izquierda, se ganó al vestuario y a la afición.

Luis Enrique asumió hacerse cargo del banquillo del Barça el 21 de mayo del 2014 después de un año en blanco con el 'Tata' Martino. Su objetivo era revolucionar al equipo. Y consiguió unir la revolución con los resultados a pesar de tocar fondo contra la Real Sociedad enAnoeta. Aquel famoso partido fue el punto de partida de una rebelión futbolística que acabó con el triplete.

A finales del tercer año, Luis Enrique decidió poner punto y final a su etapa en el banquillo del Camp Nou. Estaba agotado. "Es una decisión muy difícil para mí, meditada y muy pensada. Creo que tengo que ser fiel y justo con lo que pienso. La manera que tengo de vivir esta profesión significa tener pocas horas de descanso y desconexión", justificó. Su cabello ya había cambiado el negro por el gris antes de levantar el noveno título.

El cambio de Pep Guardiola fue el más evidente. Tenía el encargo de empezar un proyecto completamente nuevo, olvidándose de Ronaldinho y centrándose en Leo Messi. Era la apuesta de Joan Laporta para sustituir a Frank Rijkaard. Su primer día supuso una declaración de intenciones: "No puedo prometer títulos, pero estoy convencido de que la gente estará orgullosa de nosotros".

En su primer año consiguió el primer triplete de la historia del club. Una consecución que después derivó en el sextete. Guardiola, obsesivo y detallista, se quedó sin fuerzas después de cuatro temporadas y 14 títulos. "Me he vaciado y necesito llenarme", dijo para cerrar la etapa más brillante. Su físico iba en plena consonancia con su discurso.

Con los últimos precedentes, el próximo entrenador del Barça tendrá que valorar alguna variable más que el sueldo, los títulos o la proyección internacional.