Raúl Bravo y Carlos Aranda, dos de los cabecillas de la presunta trama de corrupción de partidos conocida como operación Oikos, tuvieron que declarar el año 2003 por una trama de distribución de drogas.

Los hechos, tal como ha revelado el diario ABC, sucedieron en Madrid hace 16 años. La Policía Nacional detuvo a 3 personas por distribuir cocaína y éxtasis en discotecas de la capital de España y, siguiendo el rastro de estos delincuentes, descubrió que Bravo, Aranda y también Borja Fernández tenían contacto habitual con los traficantes. En aquel momento los tres militaban en el Real Madrid.

En enero del 2003, la Policía elaboró un dispositivo para detener al cabecilla del entramado, Federico D.M, pero este hirió a uno de los agentes con su cuatro por cuatro. Dentro del coche había 7 paquetes de cocaína de 1 kilo.

Después de la detención de Federico, el cuerpo de policía comprobó que el automóvil utilizado por el traficante era de Raúl Bravo. La Policía, además, también constató que uno de los otros coches que los delincuentes utilizaban, un Audi TT, era de Carlos Aranda.

Este hecho provocó que ambos jugadores tuvieran que declarar a la Brigada. Bravo argumentó que había regalado el coche a un amigo y Aranda que lo había dejado, de manera que la Policía no contó con pruebas lo bastante sólidas para detenerlos.