El Barça ha sufrido una dolorosa derrota en el primer Clásico de la Liga Endesa (86-79). En el partido enmarcado en la tercera jornada de Liga, los hombres de Chus Mateo han demostrado que son un equipo más hecho que el barcelonés y, a pesar de la baja de Eddy Tavares, han sabido imponer su ley para asegurar el triunfo que los coloca como los nuevos líderes de la ACB.

Los hombres de Roger Grimau lo han intentado hasta el final, pero no han encontrado los argumentos necesarios para doblegar una defensa blanca que ha dominado el partido. Brizuela ha sido el hombre culé más acertado, mientras que Laprovittola, Vesely y Hernángomez que, sorprendentemente, ha tenido muy pocos minutos, no han podido exhibir su mejor nivel. Con todo, este resultado demuestra que el proyecto azulgrana todavía está dando sus primeros pasos y que tendrá que acelerar su proceso de construcción si quiere llegar al nivel de los blancos cuando los partidos decisivos lleguen.

El rebote defensivo corta las alas del Barça...

La previa de este prematuro Clásico ha sido marcada por la baja de Eddy Tavares, el talón de Aquiles del Barça en los últimos enfrentamientos contra el Real Madrid. Sin el imponente pívot de Cabo Verde, el conjunto dirigido por Roger Grimau tenía la oportunidad de imponer su juego exterior y, a la vez, no sufrir tanto bajo la pintura. No obstante, el desenlace inicial del partido no ha sido el esperado. Porque aunque el marcador ha sido ajustado durante casi todo el primer tiempo, la realidad es que el rebote defensivo ha lastrado el juego de los blaugrana.

Brizuela, anotando un triple cono el Barça contra el Real Madrid / Foto: FC Barcelona
Brizuela, sumando un triple / Foto: FC Barcelona

A pesar de no tener a Tavares, el Real Madrid ha sido capaz de capturar una cantidad de rebotes ofensivos que han cortado las alas del Barça, que ha dejado mucho espacio a los tiradores blancos, desacertados durante los primeros dos cuartos. En ataque, los culés sí que han encontrado bastantes soluciones, sobre todo gracias a Brizuela, el máximo anotador del equipo en los primeros 20 minutos de juego, pero eso no ha sido suficiente para marcharse al paso por los vestuarios con ventaja. De hecho, los de Chus Mateo, que se han aferrado a un inspirado Poirier en los tramos de más sufrimiento, han acabado con un +4 en el marcador antes del descanso (33-37). Un resultado que prometía emociones para un segundo acto que necesitaba una respuesta blaugrana, cargada de coraje.

... y el Real Madrid sella el triunfo en el segundo acto

Pero la reacción del Barça después del descanso se ha quedado en un simple propósito. El Real Madrid ha vuelto al parquet de su feudo con más determinación y los tiros errados que en el primer tiempo habían dado esperanza al conjunto barcelonés han empezado a entrar, hasta el punto que se han colocado con un +12 en el marcador que encendía muchas alarmas en el banquillo blaugrana, que estaba en constante movimiento en busca de un movimiento ganador. Este, sin embargo, no ha llegado en el tercer cuarto, que ha acabado con uno 59-50 favorable a los de Chus Mateo.

El Barça no encontraba argumentos ofensivos ni defensivos y sobrevivía a base de un espíritu de lucha inagotable, además de los errores locales. Un contexto de partido que, inevitablemente, ha acabado con el triunfo local, que ha vuelto a hacerse fuerte en el  WiZink Center y ha evidenciado las carencias de un equipo que todavía está en construcción. El tiempo, sin embargo, se le tira encima a un Roger Grimau que durante el mes de octubre vivirá un nuevo Clásico, el de Euroliga, además de varios partidos de mucha exigencia. De momento, el liderato de la Liga Endesa ya va a contracorriente.