La derrota contra la Juventus de Turín volvió a dejar al descubierto las carencias de un equipo al que no le queda alternativa. Con Luis Enrique desmarcado de cualquier futura responsabilidad, todo el peso recae sobre los hombros de la plantilla, unos jugadores que transmitieron en Italia una sensación de impotencia alarmante.

El 3-0 en Turín recuerda a 4-0 de París. Dos salidas decisivas y dos resultados impropios. Dos partidos donde el Barça se vio superado por juego e intensidad, ante dos rivales que sabían de memoria cómo tenían que jugar. La famosa remontada contra el PSG tapó las vergüenzas del equipo, a quien parece que el 3-4-3 ya no le sirve como dinamizador. El factor sorpresa del cambio de sistema (sumado a la ausencia clave de Sergio Busquets) pareció diluirse hasta la mínima expresión. Ahora, contra la Juventus, la situación es bien distinta.

Luis Enrique tuvo tres semanas para preparar el partido de vuelta de los octavos de final, después de encajar el 4-0 en el Parque de los Príncipes. Además, el técnico quiso hacer público su adiós para descargar a los jugadores de las incertidumbres que rodeaban su futuro. El plan|plano funcionó a la perfección y el 6-1 del Camp Nou entró por la puerta grande en los libros de la historia del fútbol. Esta vez, el Barça y Luis Enrique sólo tienen 7 días para reaccionar. Un margen que se adivina insuficiente después de los 90 minutos en el Juventus Stadium.

La Juventus sólo ha encajado 2 goles en los 9 partidos que ha disputado en la presente edición de la Champions League. Además, los dos, en la fase de grupos. La fortaleza del sistema defensivo ideado por Massimiliano Allegri no invita al optimismo pero el Barça ya ha demostrado que sabe convivir con lo imposible.

Las declaraciones de Luis Enrique, nada más consumarse el desastre en Turín, señalando a sus propios jugadores no son la mejor receta para darle la vuelta a un 3-0. "Tengo la sensación de revivir una pesadilla. Hemos regalado la primera parte y hemos estado nefastos. Es difícil de explicar. Ahora mismo no tengo ganas de pensar en nada más. Hoy me cuesta más pensar en la remontada", dijo el técnico asturiano, visiblemente afectado por la actuación del equipo.

La violencia del 3-0 afloró los problemas que el sueño del triplete fue disimulando. La relación entre el vestuario y el entrenador no será idílica pero las dos partes no tienen alternativa. Al equipo sólo le queda levantar la cabeza. Por orgullo profesional. Y para recompensar a los 2.000 aficionados que le apoyaron a Turín. Reconducir el rumbo pasa por ganar a la Real Sociedad este sábado en el Camp Nou (20:45 horas). Un partido que tiene que servir para sacarse el mal sabor de boca de la Champions y para afrontar de diferente manera el partido de vuelta.

La Liga no está perdida. Lo parece, por las sensaciones, pero los números, a falta de siete jornadas, dejan margen para la esperanza. El Madrid, irregular, aunque en Munich ofreciera su mejor versión, es capaz de dejarse puntos de aquí a final de temporada. Un solo tropiezo de los blancos combinado con una victoria blaugrana volvería la Liga al punto de partida, con el Barça dependiendo de si mismo para levantarla. El clásico del Santiago Bernabéu, el próximo 23 de abril, será clave para decidir al campeón.