En el Barça hay decisiones que pasan casi desapercibidas, pero dicen mucho más de lo que parece. Una de ellas tiene nombre propio y empieza a generar ruido en los despachos y se llama Roony Bardghji. El sueco, todavía lejos de ser un habitual en los titulares, ha conseguido algo complicado en el club azulgrana: cambiar la percepción interna en tiempo récord.

Hace apenas unos meses su futuro estaba lleno de interrogantes. Joven, talento evidente, pero sin un sitio claro. Sin embargo, las últimas semanas han sido clave. Bardghji ha dado un paso adelante, ha mejorado en entrenamientos y en los minutos que ha tenido, y en el Barça han empezado a mirarlo con otros ojos.

Un suplente de lujo para Lamine Yamal

La clave está en el plan. En el club consideran que Bardghji puede ser una pieza estratégica para dosificar a Lamine Yamal. No como un simple recambio sin peso, sino como un perfil distinto que permita mover al canterano por dentro, darle más minutos como mediapunta y liberarlo del desgaste constante en la banda derecha. Ahí es donde el sueco gana enteros. Descarado, vertical y con personalidad, Bardghji encaja en esa idea de extremo que no necesita demasiados toques para generar peligro. En el Barça creen que, bien trabajado, puede ser un comodín ofensivo muy útil a corto plazo y una apuesta de futuro a medio.

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Por eso no ha sorprendido tanto en los despachos que hayan llegado ofertas. Desde la Premier League, varios clubes han preguntado seriamente por él y alguno incluso ha puesto cifras concretas sobre la mesa. Hasta 10 millones de euros este mismo invierno. Dinero rápido, limpio y tentador para un club que mira cada euro con lupa.

El Barça se planta: ni hablar de vender

La respuesta ha sido un no contundente. En el Barça consideran que vender ahora a Bardghji sería un error monumental. Creen que su valor puede crecer mucho más y que, además, su rol deportivo tiene sentido dentro del proyecto actual. No quieren desprenderse de un jugador al que ven margen de mejora y encaje real en la plantilla. Además, hay un factor clave: actitud. Bardghji no ha pedido salir, no ha presionado y ha aceptado su rol con profesionalidad. Eso también suma puntos. En un vestuario joven, el club valora mucho ese tipo de comportamientos.

Así pues, mientras en Inglaterra insisten y miran con interés, en Barcelona se mantienen firmes. Bardghji no se vende. Al menos no ahora. Porque a veces, rechazar 10 millones también es una forma de apostar fuerte por el futuro.