La última -y única- vez que el Borussia Dortmund visitó el Camp Nou, en el banquillo del cuerpo técnico del Barça había José Mourinho, en el terreno de juego Luis Enrique marcaba uno de los dos goles del partido y el brazalete de capitán culé lo llevaba Luis Figo. Por si todo eso fuera poco, aquel partido, disputado un 8 de enero de 1998, era una final continental: la Supercopa de Europa, la última edición jugada a doble partido de un trofeo que el año siguiente se convertiría en el oficioso torneo de verano del Príncipe de Mónaco y que ahora se disputa de forma itinerante por ciudades remotas del viejo continente.

Aquella fría noche de enero en la cual los blaugrana ganaron por 2-0 con goles de Luis Enrique y Rivaldo, los hombres de Louis Van Gaal saltaron al césped vistiendo una de las camisetas más estrambóticas de la historia del Barça. Eran los gloriosos tiempos de Kappa y la firma italiana, la de aquel logotipo con una pareja sentada apoyada la una con la otra, creó para el conjunto barcelonista un diseño alternativo a la equipación oficial de la temporada 1997/98 y que los culés utilizarían sólo en las competiciones continentales: la Champions League y la Supercopa de Europa.

Eliminados de la Champions a la fase de grupos por culpa de las fatídicas derrotas en Newcastle o en Kiev delante el Dinamo de un joven Shevchenko, la victoria de aquel 8 de enero contra el Borussia y el consiguiente empate 1-1 en Alemania, que proclamaría campeón al Barça, fueron uno de los pocos recuerdos positivos que aquella estrafalaria equipación ha dejado para la historia.

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Una dosis de atrevimiento antes de la era Nike

Injustamente, poco se ha escrito sobre aquella camiseta y sobre la línea de diseño de Kappa para aquella temporada, por lo tanto quizás valdría la pena dedicar medio minuto. Pongámonos en situación, sin embargo. Mayo de 1997, reunión entre los representantes de Kappa y la directiva blaugrana. Los miembros de la firma turinesa exponen dos modelos de juego para la temporada siguiente: para los partidos de competición nacional, franjas verticales blaugrana y pantalones azules. Continuismo, clasicismo y respeto por la identidad del club.

Podemos imaginarnos a Josep Lluís Núñez, Joan Gaspart o Nicolau Casaus asintiendo con la cabeza, satisfechos. Para los partidos de competición continental, sin embargo, Kappa presenta una equipación que parece haber sido creada por diseñadores bajo los efectos de alguna droga psicotrópica o directamente por niños de 4º de Primaria de una escuela elemental del Piamonte, con una camiseta bicolor y franjas ovaladas que, por si no fuera suficiente, presenta unos pantalones también bicolor.

Además, para acabarlo de arreglar, la firma italiana propone unas equipaciones de portero en las cuales el nombre del portero estará escrito de forma horizontal a lo largo de la manga, con un modelo donde se puede leer "V-I-C-T-O-R" en la manga derecha y "B-A-H-I-A" a la izquierda. Contra todo pronóstico, la directiva más carca, hortera y conservadora de todos los tiempos aprueba los diseños, aunque Nicolau Casaus difícilmente nunca consiguiera leer el nombre de "Carles Busquets" en las mangas del portero de Badia del Vallès.

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¿Una camiseta de fútbol o un chaleco de coche?

Esta noche, ni el Barça de Leo Messi saltará al terreno de juego en busca de un título continental, ni el Borussia Dormund de Marco Reus lo hará con una camiseta tan singular como la que lucían Ricken, Kirovski, Sammer o Chapuisat en aquella noche: una equipación fosforescente de amarillo nuclear que todavía hoy, veinte años después, es un recuerdo casi pornográfico para los amantes de las camisetas vintage. Con ella habían ganado el año anterior la primera y única Champions del conjunto alemán, motivo por el cual aquella etapa gloriosa en la cual el equipo entrenado por Ottmar Hitzfeld encadenó dos Bundesligas, una Champions League, una Copa Intercontinental y una Copa Alemana que es recordada como la del Borussia eléctrico.

Dos décadas después de aquella última final de Supercopa de Europa jugada a doble partido, el Borussia Dortmund sigue teniendo una sola Copa de Europa en las vitrinas y el Barça, en cambio, tiene cuatro más que entonces. Hoy, 21 años más tarde, José Mourinho ya no es un humilde 3º entrenador, Luis Enrique es seleccionador español y Luis Figo es recordado como el gran traidor de la historia del Barça, pero dentro de este océano de cambios deparados por la inexorable evolución del tiempo, hay una cosa que hoy en el Camp Nou parecerá no haber cambiado: el equipo blaugrana saldrá a jugar con una equipación, la de este año, que parece diseñada por un aficionado de Mondrian con TOC después de una ingesta masiva de metanfetamina. O que quizás es un homenaje implícito a aquella camiseta de 1998 que, hoy en día, no es más que una pieza de coleccionista vendida a precio de oro en las tiendas de segunda mano especializadas en camisetas de fútbol.