Con una emotiva carta, la remera catalana Anna Boada ponía punto final a su carrera deportiva, con sólo 26 años, víctima de una depresión. Durante la Gala de la Federación Española de Remo, donde fue premiada junto con su compañera Aina Cid como Remeras del Año, Boada, en el momento de recoger el premio comunicó a los presentes en la gala su decisión de dejar de competir.

"Me cuesta aceptar que esta vez no he sido capaz de seguir luchando. El mundo ha seguido girando mientras yo estaba paralizada sin saber como continuar" ha admitido Boada, medalla de Bronce en los mundiales del 2018 en la categoría de dos sin timonel con la remera de Amposta Aina Cid.

"Las enfermedades no las escogemos, a veces ni las aceptamos, sobre todo cuando hablamos de problemas de salud mental. Hoy en día se reconoce más una fractura de brazo que la depresión o la ansiedad", ha lamentado Boada. El relato chocante de la remera catalana ha dejado perplejos a los asistentes a la gala, que no esperaban una confesión de este tipo en una celebración así: "Sé que tendría que ser breve, siento mucho interrumpir la dinámica de la celebración. Sólo necesito dos minutos más" ha manifestado la misma Boada al principio de su intervención.

Después de unos minutos en los cuales se ha vaciado totalmente ante las personalidades del mundo del remo, Boada ha querido alargar la mano a compañeros que pasen por situaciones similares a la suya: "Aquí estoy para lo que cualquier remero necesite ahora o en el futuro. Deseando que para él o ella no sea demasiado tarde y pueda disfrutar de este gran deporte de la forma que a mí me habría gustado poder seguir disfrutando". Estas palabras de lamentación por lo que habría podido ser una dilatada carrera de éxito han sido las últimas de Boada como deportista profesional, un nuevo ejemplo de la crueldad del deporte.