Los cambios de paradigma dinamitan el convencionalismo hasta en terrenos tan de la entraña como lo es el amor. La Zowi lo sabe, y por eso nunca ha fingido en su ejercicio del arte. La francesa presume, sin presumir, de ser una tipa real.

De contar las historias sin florituras porque no le hacen ninguna falta. Más de Granada que de París, prefiere dejarse llevar por el poder disruptivo de aseverar un sonoro “me come el toto, le sabe rico” antes que encorsetarse en sonetos petulantes. Su particular clave para triunfar son mensajes verosímiles que interpelan a la escena ‘underground’ e invitan a perrear aunque las lágrimas te recorran las mejillas por culpa de una lírica extravisceral. La tribu urbana que es su público, sea esa cual sea, la venera y se congrega al son del dolor sencillo de sus creaciones. Consecuencias de ser, como ya remitíamos, una tipa muy real. Una que ha sido capaz de colgar el cartel de ‘sold out’ en Razzmatazz en su enésima visita a la ciudad condal. Sea cual sea su mérito, es innegable que no lo consigue un cualquiera.

Más de Granada que de París, prefiere dejarse llevar por el poder disruptivo de aseverar un sonoro “me come el toto, le sabe rico” antes que encorsetarse en sonetos petulantes

¿Estáis ready?

La audiencia lista para disfrutar de los temas de La reina del sur, su último trabajo de estudio, pero también de otros clásicos consagrados como el inconfundible Bitch Mode. Aparición en escena servida después de una larga espera y ante una masa repleta de gafas de sol de ciclista e infinitud de 'looks' imposibles. Tras una introducción a manos de Mark Luva, su productor, combinando el reggaeton con el trance, la sala se anima a retumbar en el inicio de la ciclogénesis explosiva que nace al ritmo de Bobo. Acompañada de cuatro bailarinas y enfundada en un dos piezas negro, rasgado y con capucha, la aparición virginal de la artista declarada menos virgen traía consigo una pregunta tan vacía y elocuente como entonar un "¿estáis ready, putas?". Entre luces rojas, blancas, azules y verdes, una ristra de 'hits' como Bitch Feka, Filet Mignon o La 9 en las que mover el culo se percibe clamor del populacho. "Me tenéis nerviosa", se confesaba. No es de extrañar.

Entre luces rojas, blancas, azules y verdes, una ristra de hits como Bitch Feka, Filet Mignon o La 9 en las que mover el culo se percibe clamor del populacho

Hay cosas que duran una noche, que canta ella en Chapiadora. Eso que, para bien o para peor, un personaje tan incombustible no se apagaría jamás tan rápido. Tener la capacidad de encender consignas tan simplistas como "soy un chulo" o "somos tóxicas, es lo que hay" tampoco es cosa de algo efímero. Incluso cuando se veía forzada a parar el 'show' porque alguien en el público no se encontraba del todo bien, la respuesta ante su gesto quedaba reivindicada con un "y reina, y guapa" al unísono. Podría sonar a chiste, ¿pero quién más hace chillar a un foso entero porque es tan grácil al asegurar que "mi cuenta de banco me pone el toto húmedo”?. Sea cual sea el parecer de cada uno, la respuesta es clara: pocos. Y en el 'setlist' seguirían los contoneos precisos de las interpretaciones de Hoes Dinner, APOCALIPSI, Ping Pong o Chingón. Sin acompañantes ni necesidad de ellos, a pesar de que su personalísimo hilo de voz diste de la potencia de una diva noventera.

La Zowi es el ahora, el presente. El reflejo de una urbe viva a la vez que denostada. La máxima expresión del romanticismo palabrotero

La Zowi es el ahora, el presente. El reflejo de una urbe viva a la vez que denostada. La máxima expresión del romanticismo palabrotero que concluía con Smartphone y hacía su bis particular con No lo ves. También un avance de su próximo tema con Lola Índigo, para cerrar con un aplauso grandioso. En términos de realeza, quizás se lea pretencioso decir que Zoe Jeanneau, que en realidad es su nombre, se coronó reina de Barcelona en la noche del 1 de diciembre. Más al caso vendría proclamarla consorte de la facción más deslenguada y vibrante de la capital catalana. Más poético, también.