Xarli Diego fue, durante algunos años, locutor musical. Empezó como colaborador de Ràdio Olot, con tan sólo 17 años. Después pasó por Ràdio Vich y por Radio Manresa. A los 21 aterrizó en Radio Barcelona, como locutor, y creó un programa emblemático: Caspe Street. Por allí pasaron todos los iconos de la música comercial de la época. Su experiencia como locutor la recuerda en el libro Gràcies per la música! Memòries d’un locutor d’èxit (Pagès Editors). Al ser entrevistado en un bar por ElNacional.cat pide una Coca-Cola, y no un Licor 43, bebida típica de sus años de locutor que en su libro asegura que todavía bebe de vez en cuando.

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No se define como un crítico musical...

No soy un crítico, pero de tanto trabajar con música comercial, llegas a ser un gran conocedor de ella... Y, sobre todo, yo tenía, y todavía tengo una pizca, de olfato para saber qué podría funcionar... Oía un disco y sabía si eso podía ir bien... Sin embargo, trabajabas condicionado por una industria musical que si le interesaba conseguía imponer sus objetivos.

Trabajó en la tele, pero en el libro habla poco de ella. ¿No fue una experiencia satisfactoria?

Yo intento ser muy honesto conmigo mismo y con la gente. Este es un libro que se titula Gràcies per la música, no Gracias por la tele. Y en él puedo citar alguna cosa de la tele, pero no repaso mi trayectoria televisiva. En el libro hablo de las décadas de los setenta y de los ochenta, cuando me dedicaba a la música. Me apetecía hablar del periodo que va de mis 17 a mis 27 años, no de ningún otro. En la tele estuve cinco años de presentador, entre la Loto 649, El joc del segle y algunos programas de Tres pics i repicó. E hice de guionista todo un año de Rosa Maria Sardà en Ahí te quiero ver... Pero era otra cosa, muy distinta de la radio.

¿Cuál fue su relación con los famosos?

Una relación tremendamente profesional. ¡Ay del que se piense que es muy amigo de las estrellas! Si te lo piensas o estás estrellado o te estrellarás... Tú haces un trabajo y a su industria y a su mánager les interesas mucho, porque eres un prescriptor. Es una relación, cordial, alegre... Pero amistades... Nada. Amigos cantantes no he tenido, porque yo iba a mi bola y ellos también, no paraban. Actuaban en tu programa y se iban con el avión cuando salían del estudio... No tenían tiempo... Yo he tenido muy buena relación con Joan Baptista Humet, que había vivido en Terrassa y que ya murió. Con Humet nos habíamos visto más a menudo y le hice una entrevista en casa de sus padres. Había sido portero de los partidos que yo organizaba entre futbolistas y cantantes. Valoro mucho la amistad que tuvimos. Incluso vino a jugar de portero a un partido poco después de la muerte de su padre... Me demostró que era un tío que era muy sensible... También he tenido buena relación con Rocío Dúrcal, una persona entrañable, muy auténtica... Una artista muy humilde... Pero eso no quiere decir que sean amigos íntimos... Hay gente que me ha caído muy bien, como Luz Casal... Con algunas estrellas nos íbamos a comer, pero eso formaba parte de las relaciones públicas. No era amistad.

En el mundo de la música corría el peligro de volverme un imbécil

Con Romina y Albano

Xarli Diego con Romina y Al Bano. Foto: Marcelo Soulé.

Pero fue "una estrellita al lado de las estrellas", como describe en su libro.

Yo comía o cenaba con los cantantes, hablaba con ellos más allá de las entrevistas. Eso hacía que yo también formara parte de la constelación del mundo de la música. Y había miles de seguidores jóvenes... En aquella época la radio era tremenda, tenía mucho impacto... Todavía hay quien me recuerda ahora, 40 años después... Tras publicar el libro hay quien me ha pedido autógrafos. Pero yo nunca he ido de estrella del rock & roll. Uno de mis activos es haber sido siempre muy normal. Mi padre era cerrajero y mi madre modista, y no le encontraba sentido a ir de estrella... En el mundo de la música corría el peligro de volverme un imbécil, porque que de jovencito ya tenía seguidores... Pero creo que me libré de ello.

Ha trabajado con gente de la comunicación y del espectáculo que todo el mundo describe como auténticos sátrapas. En cambio en el libro no hay palabras de reproche para casi nadie. ¿Cómo es eso?

Es un libro elegante. No me cebo en nadie... No es un libro para pasar factura... Es evidente que la actitud de alguna gente no me fascina, pero la mayoría de la gente con la que me he encontrado lo hace bien. Lo llevo mal con los creídos, y en la radio hay algunos, pero son minoría. Es normal que en todas las profesiones pasen cosas, y en la nuestra un poco más, porque tenemos el ego más subido, con eso de los fans y la popularidad.

Su programa era muy ecléctico. En su libro hace una auténtica apología de Lluís Llach, de El Fary... Y de Perales...

Eso se entiende en el contexto de aquellos años. Ahora todo es mucho más especializado. Los programas de radio clasifican: música rock en inglés, pop en español, música catalana... Y tienes tiendas superespecializadas, especialmente en una ciudad como Barcelona. Entonces el mundo estaba mucho más concentrado. La radio era en onda media, y tenía un sonido lamentable. Y yo emitía de Serrat a Los Chunguitos, pasando por The Who, Lluís Llach, Supertrump... O Police, que era clave al programa... Y metía ACDC, y Scorpions, y Barón Rojo... Y también música catalana: Maria del Mar Bonet, Joan Isaac, con la Margalida, una canción fantástica... Lo hacía con una gran naturalidad... Todo me gustaba. Me iba todo. Y no me era ningún sacrificio mezclar cosas.

No encontraba demasiado ritmo, en la música catalana de aquella época

En Londres con Dire Straits

En Londres con los Dire Straits. Archivo Xarli Diego.

Pero la música catalana no ocupaba un lugar central en el programa...

Yo necesitaba canciones con ritmo, y no encontraba demasiado ritmo, en la música catalana de aquella época, y lo digo con todo el cariño. Quería poner música catalana, cada día, aunque hacía un programa en castellano, y la ponía, pero no era un programa dedicado a la música catalana. Por ejemplo, ponía a Sisa y la Elèctrica Dharma. Incluso un día entrevisté a Raimon, en un programa especial... Pero yo tenía que poner música de éxito, que entrara bien, y la música catalana no era muy diversa en aquel momento. A pesar de todo, pinchaba a Llach o Serrat (en catalán o en castellano)... También ponía a Francesc Roca, que sólo grabó un disco, que yo recuerde, y que me gustaba mucho. Y metía mucho la Trinca, mucho...

¿La situación hubiera sido diferente unas décadas más tarde?

¡Claro! A mí me encantan Sopa de Cabra, Pets, Sau... Hubieran sido importantísimos si Caspe Street hubiera nacido más tarde. Los hubiera podido usar mucho. Pero el mundo musical en catalán era mucho más limitado de estilo, en aquel momento.

Solía hacer las entrevistas con público. ¿Cuál es la que despertó más expectación?

El programa estaba abierto a la gente. En el estudio había unas 50 butacas, y siempre había alguien de público: podían ser 6 personas, o podían ser 15... Quien reunió a más gente, sin duda, fue Miguel Bosé... O Leif Garrett, el de "Put Your Head on my Shoulder" que era un ídolo de masas. O Los Pecos; cuando vinieron también fue increíble... Y recuerdo el éxito de Mecano, de Pedro Marín o de Mabel (unos daneses que hacían rock por teenagers)...

Los de Los Ilegales me desmontaron el micrófono mientras hacía el programa

Con Nikka Costa

Xarli Diego con Nikka Costa. Archivo Xarli Diego.

Pasaron muchos personajes extraños por el estudio de Caspe Street. ¿Quién hizo las cosas más raras?

Claramente Los Ilegales, que cantaban una canción que se titulaba "Soy un macarra". Eran asturianos. Y me desmontaron el micrófono mientras hacía el programa... Jugaban a ser los enfants terribles. Y a ser los más ilegales de todos. Me quedé un poco acojonado. Lo recuerdo bien...

No sólo hizo entrevistas; jugó a fútbol con Bertín Osborne y con Puyal...

Organicé tres partidos de artistas contra trabajadores de la radio. Yo era siempre el capitán del equipo de la radio: Caspe Street, y los artistas iban variando... Humet siempre hacía de portero de los artistas; jugaron los dos Pecos, jugó Agustín Pantoja, el hermano de la Pantoja, y también Dyango, Ramoncín, Pedrito Ruíz y Popotxo (el enano de la Mondragón), que hacía de árbitro. Todo era un espectáculo, en aquellos conciertos. Y en el tercer año ya había banda de música, majorettes, break dance...

La melodía y la canción de amor aquí han pasado de moda, pero no en América Latina

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Xarli Diego en la presentación de Gràcies per la música. Foto: Fabián Acidres

Al leer libro aparecen algunos personajes y grupos, sobre todo de música melódica, que fueron muy populares y que hoy están completamente desaparecidos. ¿Cómo es que el olvido ha sido tan completo para algunas de aquellas estrellas?

Los artistas románticos y melódicos, que aquí eran número 1 a las listas de venta y de popularidad, más tarde quedaron refugiados en América, donde todavía son importantes... Allí es donde actúan, aunque algunos viven aquí. La melodía y la canción de amor aquí han pasado de moda. Yo me pregunto porqué... Jeanette me dijo que los latinoamericanos son extremadamente amorosos y que allí estas canciones no han pasado nunca. Aquí, en cambio, hemos jubilado a algunos artistas... El mismo Dyango actúa más en América que aquí. Aquí la canción de amor se ve como una cosa pasada...

A pesar de todo, en el libro deja entrever que en el mundo de la música había también cosas turbias. ¿Había corrupción?

Ya tengo una edad, y no conozco una actividad que no tenga a alguien que se deje comprar y a otro que quiera comprarlo (cómo lo vemos claramente en el mundo de la política). Eso, en el mundo de la músico es lo que se llama payolisme. Es una práctica ya muy antigua, que viene de Estados Unidos: alguien que cobra por poner una determinada música. En América Latina el payolismo era tan brutal que había compañías que no sólo pagaban para que les pusieran el disco propio, sino que sobornaban para que no pusieran el disco de la competencia. En el mundo de la música, como en la sociedad, había tipos más honrados y menos honrados... Y a veces los intereses iban más lejos de los lícitos y pasaban por los ilícitos. No todo es tan blanco como parece. Pero yo no tuve problemas con eso, porque era un jovencito outsider. Iba a la mía... No me interesaba la pasta.

Soy muy respetuoso con todo el mundo. Y no me ha gustado mezclar las cosas

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Conoció, como locutor, a mujeres que eran auténticos símbolos sexuales en la época, cuando usted era, según el libro, un "locutor guapito". ¿Hubo más que entrevistas?

Tenía y tengo un gran sentido del ridículo, y eso me ha ido muy bien. Tenía miedo de fracasar y eso me echaba para atrás cuando tenía tentaciones, que era de vez en cuando... Soy muy catalán en eso: soy muy respetuoso con todo el mundo. Intento serlo. No quiero cagarla. No me siento cómodo haciendo de atrevido. Por otra parte, no me ha gustado mezclar las cosas: las cenas con las cantantes, que hubo, siempre eran de música, y de discos...

A posteriori, ¿no se ha arrepentido de no haberlo intentado con alguna?

Le hubiera tirado los trastos a Anna Torroja: me gustaba mucho. Y también me gustaba mucho una cantante portuguesa-belga, Lio, que cantaba "Amour Solitaire"... Nos caíamos bien. Y ella hablaba el castellano, porque vivía en la Costa Brava. El problema es que el día que le hice la entrevista tenía un cólico nefrítico. Estaba tirada en la cama con mucho dolor. Y no pasó nada. Si no hubiera estado enferma, quizá le hubiera dicho alguna cosa...

¿Y los locutores no tenían relaciones con las fans?

Los que trabajábamos en la radio, en aquella época, teníamos que ir con mucho cuidado. La gente muy joven, con 15 o 16 años, se enamoraba del locutor, como del artista... El artista era un gran dios, y el locutor era un pequeño dios. Era gente muy sensible, material inflamable. Y tú tienes que ser consciente de eso. No puedes aprovecharte de tu liderazgo con la gente joven... Pero siempre hay gente que se pasa mucho... ¡Qué bien que los medios, hoy en día, saquen eso! En mi época todo se tapaba... Y ahora quizás es mejor, porque los jóvenes tienen más información.

Las oyentes nos llamaban, y nos ofrecían que pasáramos a las dos de la madrugada a su casa a comer gambas

Explique dos anécdotas que le marcaran mucho, una positiva y una negativa.

Pasaba que alguna vez las oyentes nos llamaban, y nos ofrecían que pasáramos a las dos de la madrugada a comer gambas en un piso de estudiantes. Pero yo soy profesional, a veces demasiado, y no iba. Ahora quizás no lo sería tanto... Estas anécdotas son las positivas. De las negativas, prefiero no removerlas. Pero recuerdo una. El mismo día que nació mi primera hija, a las cinco de la tarde, tuve que ir a hacer el programa... Tuve que ir por narices, porque alguien de la dirección me dijo que no tenía a nadie para sustituirme. Eso no se le puede hacer a la gente. Yo fui porque me gusta quedar bien. Pero no me lo tendrían que haber dicho. A veces, hay gente que no tiene sensibilidad.

El libro deja la impresión de que se lo pasó muy bien en aquel periodo de la vida. ¿Es así?

La época era fantástica... Pero hay que decir que yo siempre intento pásamelo bien. Sonrío mucho, porque creo que tenemos que estar contentos. Mi pareja dice que tengo buen carácter (lo compensa diciendo otras cosas que no concretaré). Yo me lo paso muy bien con todo lo que hago, pero también sufro mucho para alcanzar los objetivos que yo quiero... No sabría vivir con un trabajo que me amargara... Por eso he saltado mucho de un lugar a otro. Probablemente no hubiera aguantado 30 años en la misma empresa.

El mundo que describe a Gràcies per la música ya casi ha desaparecido: las discográficas, la difusión de la música por la radio... ¿Cómo lo ve?

Ahora la audiencia está muy fragmentada. No podrías lanzar los éxitos como lo hacías antes. Las herramientas, ahora, en el mundo de la música, están muy dispersas. Antes había la tele y cuatro emisoras de radio. Si atraías su atención, era fácil difundir un álbum. Ahora es mucho más difícil.... Los mecanismos han cambiado. La audiencia se ha especializado mucho y ahora cuesta mucho llegar a la gente...

Quizás la música era más importante antes, porque había menos entretenimiento: no había ordenadores, no había móviles, sólo había músicos y futbolistas....

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¿El mundo de la música está ahora peor que antes?

La música siempre ha sido importante para la gente, siempre. Pero quizás antes lo era más, porque había menos entretenimiento: no había ordenadores, no había móviles, sólo había músicos y futbolistas.... Los cantantes eran ídolos de la sociedad. Tenía mucha trascendencia todo lo que hacían. Pero, en cambio, si miramos el número de festivales que se hacen actualmente, veremos que la música, hoy, todavía tiene un papel muy importante... Y a mí me encanta que la música sea importante.

Un libro de memorias no lo puedes hacer con 30 años, lo puedes hacer cuando ya tienes el pelo blanco...

Dice que ha hecho todo el libro de memoria, que no tenía ni notas de la época... ¿Nunca había pensado en hacer un libro?

¡Qué va! Siempre pensé en escribir alguna cosa, me apetecía mucho escribir un libro sobre la música, pero no era tan narcisista como para ir apuntando lo que pasaba en el programa, día a día... Y he tenido que esperar el momento... Cuando acabé el programa no podía hacer el libro, porque estaba con otras guerras... No quería hacer el libro sobre la música a los 30 años, ni a los 40... Ahora veo las cosas, cuatro décadas después, y creo que he acertado el momento de hacerlo. La gente, cuando lo lee, recuerda: "Hosti, esta canción," u "Hosti, este artista"... Este libro es un álbum de fotos, no porque haya fotos, sino porque retrata situaciones que la gente recuerda. Ahora da gusto ver lo que había hace cuatro décadas. Un libro de memorias no lo puedes hacer con 30 años, lo puedes hacer cuando ya tienes el pelo blanco...